La “maestra acuática” de Nanawa sigue dando clases

VIDEO. El 80% del ex Puerto Elsa está bajo agua y la gente resiste sobre los techos. Las escuelas están inundadas, pero María Concepción López sigue acudiendo en canoa, al igual que sus alumnos, a dar clases en una capilla. El comercio fronterizo y el contrabando tampoco se detienen.

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María Concepción López, la maestra que sigue dando clases en medio del agua, en Nanawa. | Foto: César Orué

Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
NANAWA, Presidente Hayes

Desde hace un mes, María Concepción López vive con su marido y sus tres hijos en el segundo piso de su vivienda, totalmente rodeada de agua, en el centro de la ciudad de Nanawa, en la frontera con la ciudad argentina de Clorinda.

Desde allí, ella se desplaza remando en una canoa, por las calles casi totalmente cubiertas de agua, para ir a dar clases en las aulas que han debido improvisar en la capilla Virgen del Rosario, desde que el local de la escuela Santa Teresita del Niño Jesús también fuera alcanzado por las aguas.

“Ella es la maestra acuática”, nos dice con una sonrisa don Claudio Toledo, el canoero que nos acerca hasta la residencia de María Concepción.

Alrededor, el panorama es desolador. Las casas más bajas, que son de una sola planta, están casi totalmente sumergidas y apenas sobresalen las tejas del techo. Pero las más altas, las de dos pisos, se han convertido en refugios de vida, como islas urbanas en medio de las aguas desbordadas del río Pilcomayo y del Riacho Negro.

A lo largo del trayecto también se divisan a muchas familias que han construido precarias chozas de emergencia en las terrazas o sobre los techos de sus propias viviendas. Niños que juegan en reducidos espacios, en medio del agua, mujeres que lavan ropas o cocinan al aire libre, vida cotidiana que no se interrumpe, aún en medio de la emergencia.

Algunos pobladores montaron una vivienda temporal sobre el techo de sus casas.

Para llegar junto a “la maestra acuática”, la canoa pasa sobre una muralla inundada y atraca en los fondos, donde una escalera que surge desde el agua conecta con el refugio en lo alto.

A María Concepción López le hace gracia que se la denomine así. “Es como vivir en Venecia, todo lo hacemos en medio del agua”, dice ella, sonriente ante la adversidad.

Ella no ha querido mudarse, al igual que varios de sus vecinos. Algunas de sus cosas de valor las tuvo que trasladar a casa de su suegra, en Limpio, para que no se destruyan.

“Nos acostumbramos a convivir con la inundación. Nos arreglamos por nuestra propia cuenta, porque la ayuda que ofrecen algunas autoridades locales está politizada, solo se dirige a quienes ellos consideran ‘su gente’, a cambio de votos o de algún favor político. Como docente, no me gusta eso”, advierte.

Su marido trabaja como lanchero, tarea que tiene mucha mayor demanda con la actual inundación.

La vida sigue igual... en el agua

A unos 8 kilómetros al noroeste de Asunción, al otro lado del río Paraguay, la ciudad de Nanawa, el antiguo Puerto Elsa, vecina de la ciudad argentina de Clorinda, ya ha sido cubierta por las aguas en un 80%, afectada por los desbordes del río Pilcomayo y el Riacho Negro.

La crecida no ha paralizado la peculiar vida cotidiana de esta localidad fronteriza, donde la mayoría de los pobladores ha preferido buscar refugio en lo alto de las casas de dos pisos, o construir pintorescas chozas de emergencia en las terrazas y encima de los techos de sus propias viviendas.

“Yo construí un ‘sobrado’ en donde alcé todos mis muebles y cosas de valor, y allí estoy viviendo. No quiero dejar mi casa, no me quiero mudar a otra parte, aquí sigo trabajando como canoero, transportando gente y mercaderías”, dice don Claudio Toledo.

Claudio Toledo, el pescador que vive en un sobrado y rescata gatitos en medio de la inundación.

Pescador actualmente desocupado, “porque con la inundación no hay pique, no se consiguen pescados”, don Claudio se dedica a transportar personas en su canoa, como un improvisado taxista acuático... y a rescatar gatitos.

La mañana en que lo encontramos, don Claudio acababa de rescatar a un hermoso felino, al que encontró en lo alto de un árbol, temblando en medio del agua desbordada. Se acercó con su canoa y el gato saltó dentro de la embarcación.

“Por favor, ¿lo pueden llevar hasta Asunción, a tierra firme? Si se queda aquí, se va a morir...”, nos pide, entregándonos al gato, al que él mismo le bautizó con el nombre de “amigo”.

Al igual que otros pobladores dueños de embarcaciones, don Claudio se ha vuelto un personaje clave para trasladar a niños a la escuela, a adultos para hacer compras y, sobre todo, a la gran cantidad de “paseros” que siguen acudiendo a llevar mercaderías desde la Argentina, buscando eludir los controles fronterizos.

Un puesto de control inundado

A un par de kilómetros antes de llegar a Nanawa, sobre la costa del río Pilcomayo, está instalado un destacamento de la Armada Nacional, cuyo edificio de dos plantas ha quedado casi totalmente cubierto por las aguas desbordadas.

Sobre la losa del techo, los marinos han construido una pequeña caseta de concreto, desde donde siguen montando vigilancia sobre las aguas fronterizas.

El Destacamento de la Armada a la entrada de Nanawa quedó inundado. Construyeron una caseta sobre el techo para mantener la vigilancia. Aun así, el contrabando sigue.

La imagen de la guarnición militar, con la bandera paraguaya flameando en medio de la desolación, resulta impactante.

La presencia militar no impide, sin embargo, que las lanchas cargadas de productos argentinos sigan surcando las aguas por el canal desbordado.

En la mañana del sábado último, el equipo de ULTIMAHORA.COM se encontró con varias embarcaciones cargadas con mercaderías que avanzaban desde la costa argentina, así como con una lancha cargada hasta el tope con varias bolsas de ajo, semioculta entre la vegetación, atracada en las costas del río Pilcomayo, a solo un kilómetro del destacamento de la Armada, esperando que caiga la oscuridad de la noche para avanzar hacia las orillas de Asunción.

Fotos: G. Irala
Video: César Orué - @cesar87py

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