La Independencia tiene un rostro estudiantil

Por Andrés Colmán Gutiérrez – En Twitter: @andrescolman

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El periodista Andrés Colmán Gutierrez. | Foto: Archivo.

Así como hubo un Marzo Paraguayo y luego un Setiembre Universitario, a partir de ahora también recordaremos un Mayo Estudiantil.

Este mes otoñal, tan sentido por la gesta de la Independencia y el Día de la Madre, tiene ahora una nueva significación: es también el tiempo luminoso en que una legión de chicos y chicas adolescentes, arropados con uniformes de colegios y banderas tricolores, nos enseñaron cómo es posible superar el miedo y derrocar al infortunio, abriendo las enrejadas ventanas hacia otro país posible.

A esta nueva generación de dirigentes gremiales, de entre 14 y 18 años de edad, se les puede cuestionar quizás el tono candoroso de sus discursos, la falta de más rigurosidad y precisión al exponer sus argumentos, la carencia de una mejor memoria histórica... pero, ¿qué esperan? Muchos son casi niños y niñas todavía, en un fructífero proceso de aprendizaje. ¡Tienen por delante toda la vida para seguir aprendiendo!

Y sin embargo, con toda su candorosa adolescencia, estos chicos y chicas nos han estado dando lecciones de coraje cívico, de claridad política, de buenas tácticas y estrategias, de unidad en la acción por encima de las diferencias, de actitudes radicales e intransigentes cuando hay que demostrar firmeza, pero también de actitudes de diálogo y negociación cuando ven que se pueden obtener resultados.

Nunca antes, en nuestra historia contemporánea, una revuelta estudiantil ha crecido tanto en tan poco tiempo como la #tomadecolegios, ni tuvo tanta contundencia al tumbar a una ministra de Educación y obligar a un presidente de la República a sentarse a firmar un acuerdo, aceptando todos los reclamos juveniles, incluyendo la derogación de una polémica resolución ministerial que permitía intentar controlar desde el poder político a los centros estudiantiles.

El convenio firmado entre el Gobierno y los dirigentes de la rebelión estudiantil establece prioridades, como declarar emergencia nacional para reparar los colegios que se caen a pedazos, o crear una instancia participativa y resolutiva para resolver las cuestiones urgentes, pero por sobre todo instala una nueva conciencia social sobre la necesidad de construir juntos una educación verdaderamente inclusiva, democrática y de calidad.

Como broche de oro de esta otoñal primavera estudiantil, los alumnos del Colegio Técnico Nacional en Asunción nos dieron otra lección de dignidad al arrancar una antigua placa de bronce que recordaba la presencia del dictador Alfredo Stroessner en el centro educativo. La polémica que ocasionaron con ese gesto justiciero demuestra que aún hay muchas placas stronistas mentales en nuestra sociedad, que una educación más liberadora debe remover.

Desde algún lugar de la historia, los Próceres de Mayo han de estar sonriendo al constatar que la bandera de la independencia ha caído en buenas manos.

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