Impertinentes

Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

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Una de las principales virtudes de una democracia seria y de un país igual es la previsibilidad.

Este valor, sin embargo, ha venido siendo sistemáticamente erosionado por actores políticos que no miden la trascendencia de sus actos y el perjuicio que hacen a la República, a la que toman a la chacota.

Estos personajes se encuentran en los tres poderes del Estado y, por lo general, recubren el valor de su audacia con un barniz de ignorancia supina y agraviante.

Son capaces de todo. Excretan argumentos en una democracia sin referentes que sean capaces de castigar sus insolencias como debieran.

La sociedad, desconocedora de su Constitución en su gran mayoría y distante por lo tanto de las ventajas que supone el estado de derecho, mira de soslayo una lucha que, sin embargo, es clave para el sostenimiento del sistema democrático.

Si el objetivo es acabar con el mismo, es posible entender la extraña alianza de Lugo-Cartes para invitar a la siempre genuflexa justicia a que permita lo que la Constitución prohíbe: la reelección presidencial.

Son capaces de buscar puntos, comas, conjugaciones verbales en tiempos de pluscuamperfectos con tal de presentar con la audacia del ignaro un argumento inargumentable.

Ahora, si acontece lo peor, que la Corte, integrada a la medida de la petición, otorgue al mudo senador Lugo la posibilidad de presentarse de nuevo a los comicios, los seguidores de Cartes –que juraron “cumplir y hacer cumplir la Constitución"– afirmaron que lo harán renunciar seis meses antes del fin de su mandato al presidente en funciones para que este compita contra el ex obispo en los comicios del 2018.

Si eso acontece, el quiebre democrático habrá sido completo y nos habremos terminado por parecer a Nicaragua, Honduras y Venezuela, tres de los peores países de América en términos de cumplimiento de estándares democráticos.

El simple hecho de pensar perpetrar este delito y que haya una institución que reciba el petitorio, nos demuestra que estamos al borde de tolerar incluso un golpe de Estado.

Por el Paraguay honesto y por el futuro de cada uno, y en especial de nuestros jóvenes, no debemos permitir este atraco y violación a la Constitución Nacional.

El pueblo debe resistir por todos los medios a su alcance y la movilización del país debe ser completa, castigando a los usurpadores y a los que pretenden hacer tabla rasa de nuestras instituciones.

Hay cosas más serias y trascendentes que estos juegos de codicia, vanidad y poder. Con niveles de rechazo cercanos al 80% del actual presidente y el repudio hacia Lugo, estas impertinencias muestran aun nuestra debilidad cívica e institucional.

En países serios, estos intentos de atraco no serían posibles, primero por la vergüenza que supone a quienes lo pretendan y luego por el castigo popular que este hecho supondría.

Basta de provocaciones a la voluntad mayoritaria de la gente y un llamado de alerta al repudio nacional contra cualquier intento de acabar con la República. La Constitución permite la resistencia a los usurpadores y a los que intentan sumir a ella en el descrédito y la ignominia.

El grito a coro deber ser: ¡No pasarán!

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