El coco, un fruto dueño de un sinfín de propiedades

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Marisol Ramírez

Ya sea para consumirlo o para usar su aceite en forma tópica, el coco es una de las semillas más importantes para el individuo.

“El aceite de coco no cae pesado en su sistema digestivo y no produce aumento en el nivel de insulina en su torrente sanguino, así que si quiere un poco de energía extra, puede comer una cucharada de aceite de coco o bien, agregársela a sus alimentos”, comenta la licenciada Zulmi Ullón, nutricionista. Además, explica Ullón, que este también puede ser agregado en el té o café en lugar de un endulzante. “Esto también ayudará a mejorar la absorción de vitaminas solubles en grasa, por lo que tomar una cucharada de aceite de coco junto con sus vitaminas diarias podría ayudar a aumentar su efectividad”, refiere. Es ideal para cocinar todo tipo de alimentos, ya que puede soportar altas temperaturas sin dañarse como sí otros aceites. En general, el aceite de coco ofrece una variedad de beneficios de salud cuando se incluye en la alimentación diaria. Además de las propiedades antimicrobianas, el aceite de coco es benéfico para promover la salud cardiaca, reforzar la función tiroidea, promover una función cerebral saludable, brindar un excelente combustible para su cuerpo y fomentar un metabolismo fuerte que pueda ayudar con la pérdida de peso. “Además, fortalece el sistema inmunológico, y mantiene una piel sana y joven”, explica la licenciada. mantiene la salud Además de ser útil en la cocina, el aceite de coco también merece tener un lugar en el botiquín debido a sus propuestas antimicrobiana y antiviral. Por ejemplo, el aceite de coco podría ayudar en el tratamiento de infecciones por hongos o levaduras, como el pie de atleta y dermatofitosis. “Para las infecciones por hongos, mezclar una pequeña cantidad con aceite de orégano o té de orégano; en herpes labial, aplicar una pequeña cantidad de aceite de coco en la zona afectada cada cuatro horas, en tanto que como protector labial, puede aplicar una pequeña cantidad en la zona”, señala Zulmi. El aceite de coco también sirve como crema para cutículas. “Frotar una pequeña cantidad alrededor de las cutículas para suavizar las zonas secas”, añade. La manteca de coco es otra aliada, pues ayuda a disminuir el colesterol malo (LDL), sin disminuir el colesterol bueno (HDL). “Protege el corazón, contribuye a la acción antibacteriana y antiviral, ayuda en la reducción de peso, mejora el metabolismo y los niveles de energía; es rico en ácido láurico, promueve una mayor inmunidad. Está compuesto de grasas saludables y ayuda a sentirse satisfecho por más tiempo”, detalla. Además actúa como antioxidante, protege la piel de los efectos dañinos de los radicales libres, no contiene lactosa. Su base de preparación es la grasa de coco, sin derivados de la leche en su composición. La harina de coco, a su turno, que se hace de la pulpa de cocos fresca, después de haber sido prensada para hacer leche de coco y de haberse extraído el aceite, no contiene gluten, es rica en fibra y proteína, baja en carbohidratos almidonados y proporciona una fuente de grasas saludables. “Es excelente opción para las personas celiacas o con algún problema de intolerancia en la alimentación”, revela y añade que además de su maravilloso sabor está llena de nutrientes. “Tiene el porcentaje más alto de fibra alimenticia que cualquier otro tipo de harina (48%). La alimentación desempeña un papel importante en la salud general, es razonable consumir los alimentos correctos”, enfatiza.


Se trata de una fuente inagotable de beneficios. Es rico en omega 6 y ayuda a controlar el colesterol.

Fruto seco
El coco es un fruto seco tropical. Se compone por una capa gruesa y fibrosa, que es el fruto, dentro del cual se encuentra la misma, y la carne y leche que rellenan el interior, son propiamente el alimento de dicha semilla. Es rico en ácidos poliinsaturados omega-6, el 75% de su grasa saturada es ácido láurico, y ayuda a reducir el colesterol malo y aumenta el bueno. Su aceite está compuesto de ácidos grasos de cadena media (MCFA, siglas en inglés) que se digieren y cruzan las membranas celulares fácilmente. Los MCFAs se convierten inmediatamente en energía en el hígado en lugar de ser almacenados como grasa.


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