El amigo que ayuda al necesitado

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Hoy meditamos el Evangelio según San Juan 5, 1-16.

«Jesús le dijo: “¿Quieres curarte?”. El enfermo le respondió: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua”». Nuestro Señor nos llama a amar al prójimo. Nadie debería poder decir: “No tengo a nadie que me ayude”.

La piscina conocida como Betzatá era un lugar tradicional de curación. Cuando se agitaban las aguas, los enfermos reunidos en el recinto se apresuraban a bajar al agua, empujándose al paso, con la esperanza de ser curados de sus diversas afecciones. Allí, en una estera, yacía un hombre que había sufrido su aflicción durante treinta y ocho años; había esperado mucho tiempo.

Jesús conocía la historia del hombre, así que intervino: “¿Quieres estar bien?”. El enfermo le respondió: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua”. Su siguiente afirmación da a entender que podía moverse por sí mismo, pero con demasiada lentitud: “Mientras yo voy, otro baja antes que yo”. Sin ayuda, estaba condenado al fracaso.

Este hombre, en su anonimato, representa a todos nosotros, pues la persona en estado de pecado está muy debilitada y no tiene forma de curarse por sí misma.

Jesús lo mira con compasión y obra un gran milagro. Actúa directamente: “Levántate, toma tu camilla y camina”. La curación es instantánea; y el que estaba tumbado junto a la piscina, no solo se levanta, sino que lleva la camilla en la que estaba apoyado. Es un claro símbolo de haber sido curado completamente.

Sin embargo, como señaló San Josemaría, hay un mundo de tristeza en esas primeras palabras de arrepentimiento: “«Hominem non habeo» –no tengo a nadie que me ayude. Esto podrían asegurar, ¡desdichadamente!, muchos enfermos y paralíticos del espíritu, que pueden servir... y deben servir. Señor: que nunca me quede indiferente ante las almas” (Surco, 212).

¿Hay enfermos entre tus amigos, o en tu familia? … Podemos actuar para ayudarles a superar las dificultades que puedan tener. Podemos rezar por cada uno, pidiendo a Jesús que haga lo mejor para ellos. Si hacemos lo que podemos para llevarlos a Nuestro Señor, Él hará el resto.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es/gospel/evangelio-martes-cuarta-semana-cuaresma/).

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