Celebrar vacunas con mbokapu ofende memoria de los muertos

Una vez más, las autoridades del Gobierno han demostrado que no tienen un buen criterio de comunicación política y que les cuesta mucho tener empatía con la población. El estruendoso e innecesario acto con pirotecnia y fuegos artificiales con que sorprendieron en la noche del lunes, en el megavacunatorio del ex autódromo Aratirí, como una pretendida celebración por haber alcanzado un millón de vacunados contra el Covid-19 resultó ofensiva para la memoria de los casi 14.000 fallecidos y sus familiares, así como para miles de paraguayos que siguen sufriendo los efectos de la pandemia. El intento gubernamental de obtener réditos electorales por esta cifra alcanzada, principalmente gracias a la generosa donación de gobiernos extranjeros, ha sido un total despropósito que le quita nobleza a la labor realizada por los profesionales de la salud. Realmente lamentable.

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Da la impresión de que nuevamente se equivocaron de acontecimiento. Tal vez consideraban que estaban en una fiesta patronal, en una recepción de Año Nuevo, en algún acto de una seccional colorada o quizás en la clásica conmemoración de cada 3 de noviembre en una plaza de un barrio de Asunción, donde algunos nostálgicos de la dictadura siguen recurriendo anualmente al mbokapu para celebrar el cumpleaños de un tirano derrocado y fallecido.

Como fuera, en la noche del lunes, las autoridades del Gobierno han demostrado nuevamente que no tienen un buen criterio de comunicación política y que les cuesta mucho mantener una relación de empatía con la población.

El estruendoso e innecesario acto con pirotecnia y fuegos artificiales con que sorprendieron en el megavacunatorio del ex autódromo Aratirí, como una pretendida celebración por haber alcanzado un millón de vacunados contra el Covid-19 resultó ofensiva para la memoria de los casi 14.000 fallecidos y sus familiares, como para miles de paraguayos que siguen sufriendo los efectos de la pandemia.

Es una lástima, porque hasta entonces teníamos la impresión de que por fin se empezaban a hacer las cosas un poco mejor.

El Paraguay ha sufrido una de las peores crisis de salud de su historia, con severas consecuencias en lo económico, con cierres y pérdidas de fuentes de trabajo y subsistencia, con escandalosas denuncias de corrupción con los fondos de emergencia, sin que sus responsables hayan merecido una investigación seria y un castigo ejemplar por parte del sistema de Justicia, a lo cual se sumó la deficiente gestión en obtener vacunas, llevando a que el Paraguay sea uno de los países más atrasados en inocular a su población, mientras subían dramáticamente los números de contagios y la cantidad de fallecidos, con los hospitales saturados, con la gente que moría esperando una cama de terapia intensiva.

Ha sido fundamental la donación de un millón de dosis de Pfizer que envió el Gobierno de Estados Unidos para que se pueda abrir a una vacunación más masiva y finalmente se pueda llegar a una cifra de un millón de personas vacunadas en la noche del lunes.

Por eso, el intento gubernamental de obtener réditos electorales por esta importante cifra alcanzada, no por mérito propio, sino principalmente gracias a la generosa ayuda de gobiernos extranjeros, ha sido un total despropósito que le quita nobleza a la labor realizada por los profesionales de la salud.

Detrás del mbokapu ha existido, indudablemente, una actitud de hurreros, esos folclóricos personajes de la política criolla, principalmente asociados al Partido Colorado, que aparecen en los actos oficiales para interrumpir y hacer hurras al presidente de la República o a cualquier autoridad o caudillo.

Pero este no era el momento, ni la ocasión. Así lo demuestran las muchas manifestaciones de repudio e indignación que se han difundido y se siguen difundiendo en las redes sociales y por los medios de comunicación.

Realmente lamentable.

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