Cambiar el interruptor en la ANDE

Miguel Benítez –@maikbenz

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El ingeniero Pedro Ferreira, futuro presidente de la ANDE, representa una verdadera incógnita, no solamente para la empresa pública sino para todo el sector energético nacional. A su favor tendrá la experiencia de haber trabajado casi 30 años en la entidad y el plus de haber dejado la misma para convertirse, por varios años, en un usuario más del servicio de energía eléctrica. Es decir, ya pudo conocer las realidades delante y detrás de las torres de transmisión. Sufrió el aumento de la tarifa y los cortes de luz como un consumidor.

Sin embargo, el valor más importante que trae Ferreira en su portafolios es la Academia. Como decano de la Facultad de Ingeniería de la UNA, tras su retiro de la ANDE, habrá podido apreciar dos mundos distintos: uno cuenta con privilegios, beneficios y bonificaciones de funcionarios ya acomodados. El otro está formado por las carencias, el esfuerzo diario y la esperanza de cientos de jóvenes.

Los estudiantes y profesores de la UNA siempre serán una bocanada de aire fresco para cualquier autoridad gubernamental, ya que el intercambio de visiones, nuevas ideas, críticas y cuestionamientos son claves para el desarrollo de una sociedad. Esa amalgama de vivencias tiene que traducirse en acciones positivas que beneficien a toda la población.

Entre los obstáculos que deberá sortear el nuevo titular del ente, se erigen el atraso de décadas en las inversiones, las dificultades para conseguir financiamiento, la burocracia a la hora de emprender obras y el prebendarismo carroñero que siempre suele aparecer con el ingreso de un nuevo Gobierno (para premiar a quienes acompañaron en la cruzada proselitista). Su paso por el Instituto de Previsión Social (IPS) ya le brindó un background de los tejemanejes en el ámbito estatal.

MEJORAR SERVICIO. El nuevo presidente de la estatal no tiene margen para alegar desconocimiento de la realidad energética nacional, de ninguno de los sectores. Fue asesor de la compañía privada Clyfsa, que provee el servicio en Villarrica (que incluso llegó a un litigio con la ANDE por el aumento de las tarifas) y también conoce la situación de los productores menonitas, quienes montaron sus redes de distribución en los lugares más recónditos del territorio.

Cuando Ferreira menciona que la prioridad de su gestión será la calidad del suministro para los clientes, y que dará espacio a colaboradores de la universidad, significa un inicio alentador.

La ANDE necesita un cambio estructural y transformarse de una vez por todas en una empresa eficiente, acorde al aumento en los precios del servicio y a las exigencias de un país cada vez más consumidor de energía (la demanda crece en un 10% cada año).

Proyectos como el cableado subterráneo para reducir los cortes; la revisión de tarifas para industrias y de los beneficiarios sociales; el cobro a las entidades públicas morosas; licitaciones más ágiles pero transparentes; y la eliminación de algunos polémicos beneficios para los propios funcionarios de la ANDE ya deben ponerse sobre la mesa de manera firme. La institución posee técnicos bastante capaces, pero también existe una nómina de personas que poco o nada están aportando a cambio de jugosas retribuciones, y que necesita ser depurada.

Ferreira tiene en sus manos la gran oportunidad de cambiar el interruptor de la empresa pública para darle nueva luz. El tiempo dirá si lo consiguió o terminó sucumbiendo ante el cortocircuito.

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