Ajusticiamiento con explosivos marca una nueva etapa violenta del EPP

El asesinato de Eusebia Maíz, en Azote’y, con una bomba a base de gelamón, que le voló la cabeza, implica un viraje en los métodos del grupo armado hacia prácticas más similares al terrorismo.

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Los ataques del EPP en la era Franco.

Por Andrés Colmán Gutiérrez | andres@uhora.com.py

Primero fue ajusticiada de un escopetazo. Eusebia Maíz, de 32 años, fue sacada del interior de su casa, en el kilómetro 382 de Azotey, en la noche del martes último, por hombres armados, con uniforme camuflado y pasamontañas, que la arrastraron hasta el fondo del patio, lejos de sus tres hijos pequeños, y allí le dispararon en el hombro, probablemente causándole la muerte casi en el acto.

Luego le ataron alrededor del cuello un recipiente cilíndrico de porcelana, de 8 centímetros de diámetro y 15 de largo, rellenado con gelamón, un explosivo plástico de alto poder (utilizado generalmente en la minería), que hicieron explotar.

El impacto reducido de la carga fue suficiente para volarle la cabeza a la infortunada mujer, dejándola prácticamente sin el miembro superior, con apenas una masa deforme e irreconocible.

El horror provocado por el asesinato marca una sustancial variación en los métodos de acción violenta empleados hasta ahora por el grupo armado, pasando de los métodos más conocidos de ejecución de las guerrillas tradicionales (fusilamiento, tiros de gracia), a los de asesinatos con desmembramiento por explosivos, más relacionados a grupos considerados terroristas, como el Ejército Revolucionaria Irlandés (IRA), el grupo vasco Euskadi Ta Askatasuna (ETA), el peruano Sendero Luminoso o los grupos fundamentalistas islámicos, como Al Qaeda.

AJUSTICIAMIENTOS. En casos anteriores de ejecución por presunta delación, el EPP nunca recurrió a explosivos.

El 2 de setiembre de 2010, en el asentamiento Sidepar 3000, Canindeyú, fue emboscado el docente Hugo Julián Ortiz Villalba, acribillado con disparos de escopeta. Su esposa, que lo acompañaba, fue dejada con vida. La versión es que el docente, suegro de un miembro del grupo, los había delatado.

El 16 de junio de 2011, un grupo comando del EPP atacó un almacén en el barrio Cerrito de Hugua Ñandú, Concepción, en donde asesinó a María Cecilia Núñez y a su amante Antonio Valenzuela Moral.

La versión es que la mujer los había delatado a la policía, provocando un ataque al campamento del grupo, que costó la muerte de Nimio Cardozo Cáceres, conocido como el comandante Aníbal.

En ambos casos, la ejecución se realizó con tiros de gracia, sin uso de explosivos.

UN MENSAJE. “La forma brutal en que asesinaron a esta mujer es un mensaje categórico para que la gente de la zona tenga más miedo y no se anime a brindar información a las autoridades que permitan capturar al EPP”, interpretó el ministro del Interior, Carmelo Caballero, tras los detalles revelados sobre el asesinato de Eusebia Maíz.

Aunque desde altas esferas policiales se buscó desmentir que la mujer -tía de los hermanos Bernardo Coco y Antonio Ramón Bernal Maíz, integrantes del grupo armado- haya sido una confidente asidua de la Policía, pobladores de Azotey sostienen que Eusebia sí brindaba datos a los investigadores implicados en la lucha contra el EPP.

El crimen de la mujer se dio en el quinto ataque y es el segundo asesinato cometido por el grupo armado en menos de tres meses desde la asunción de Federico Franco como presidente de la República.

A pesar de que el mandatario había anunciado que se obtendrían resultados en un mes, hasta ahora no se ha podido lograr la captura de ninguno de los integrantes de este grupo.

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