A 32 años del golpe, la sombra de la dictadura sigue acechando

Hoy, hace 32 años, un golpe militar le puso fin a una dictadura que se mantuvo por 35 años, iniciando un esperanzador proceso de transición a la democracia. Aunque la libertad es un bien preciado, no resulta suficiente cuando sigue habiendo pobreza, corrupción, inseguridad, necesidades sociales insatisfechas para amplias mayorías de la población. Una clase política mediocre y angurrienta no ha sabido responder a los desafíos, para construir un país con más equidad, mejor justicia y desarrollo. Aunque existen importantes avances en varios campos, el Paraguay ideal todavía debe ser construido con un esfuerzo ciudadano más participativo y comprometido con la democracia, enfrentando las sombras del stronismo, que siguen acechando luego de tres décadas.

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La dictadura del general Alfredo Stroessner, que se inició con un golpe de Estado el 4 de mayo de 1954, se acabó finalmente casi 35 años después, con otro golpe militar, esta vez dirigido en su contra por su propio consuegro, el general Andrés Rodríguez, en la noche del 2 y la madrugada del 3 de febrero de 1989.

Esta vez, en un contexto político diferente, la asonada militar respondió a un compromiso de instaurar un nuevo periodo de democracia, buscando dejar atrás la época oscura que cercenó libertades básicas y derechos humanos elementales, dejando un funesto saldo. De acuerdo con la Comisión de Verdad y Justicia, durante los 35 años del stronismo fueron detenidas 19.862 personas, 18.772 fueron torturadas, 236 menores fueron privados de libertad, 17 niños nacieron en prisión, 20.814 se convirtieron en exiliados políticos, se reportaron 459 desapariciones forzadas y un total de 128.076 víctimas directas e indirectas.

A 32 años de la caída del dictador, no se puede dejar de reconocer que hubo avances importantes en los derechos civiles y políticos, pero eso no llena las expectativas de un amplio sector de la ciudadanía. Hay una gran deuda pendiente, principalmente en el ámbito económico y social.

La democracia no ha podido cambiar sustancialmente la oscura herencia del general Stroessner en varios campos. Aunque la libertad es un bien preciado, no resulta suficiente cuando sigue habiendo mucha pobreza, corrupción, inseguridad, necesidades sociales insatisfechas. Ello lleva a que un gran sector de la población se muestre desesperanzada y que incluso existan sectores nostálgicos del stronismo.

No se ha podido consolidar un Poder Judicial independiente, libre de presiones políticas y de manejos mafiosos.

Tanto los administradores del Ministerio Público como muchos miembros de la Justicia se muestran como títeres de poderes fácticos y caudillos políticos con oscuros intereses.

En el Poder Legislativo, principalmente la Cámara de Diputados se ha ganado el mote de cámara de la vergüenza por la actuación de la mayoría de sus miembros en contra de sus propios electores, amparando prácticas de corrupción y de impunidad para delincuentes.

En general, una clase política mediocre y angurrienta no ha sabido responder a los desafíos, para construir un país con más equidad, mejor justicia y desarrollo.

Aunque existan signos positivos en algunos campos, el Paraguay ideal todavía debe ser construido con un esfuerzo ciudadano más participativo y comprometido con la democracia, enfrentando las sombras del stronismo, que siguen acechando luego de tres décadas.

En estas condiciones, no deberían llamar la atención las crecientes muestras de insatisfacción ciudadana, poniendo en riesgo la gobernabilidad política y económica.

El país necesita mejorar la calidad de la democracia y esto requiere indefectiblemente políticas públicas que democraticen los recursos económicos y los beneficios del crecimiento.

Sin ello, continuaremos con más democracia formal, pero sin impacto en el bienestar.

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