¿Ha comenzado la tercera guerra mundial?

Me ha llegado esta noticia como una afirmación de la ONU. Ojalá no sea verdadera.

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Una guerra mundial significa centenares de millones de muertos, destrozos de los que costó levantarse en muchas decenas de años. Significa el hundimiento de unos países por largos años. Es como recomponer de otro modo el tablero sociopolítico y económico del mundo. Para lograr todo esto se incentivará el patrioterismo en las naciones beligerantes. También, como la más vil traición, que acabará con la muerte, de quienes se atrevieron a defender que en seres racionales hay otros medios más razonables de dirimir las diferencias antes que el de la guerra.

Si es verdad lo que dice la ONU, eso significa dos cosas. Una, que existen ya países que toman distancia de sus posibles enemigos inyectando odio contra ellos. Otra, que esos mismos países buscan otros, menos importantes, como aliados que les apoyen y paguen las consecuencias al menos con vidas humanas enviadas al combate.

Por ejemplo, el interés de los EEUU en poner en América del Sur gobiernos sometidos a sus intereses en lo que llama su “patio trasero” es una señal de esto.

También, por supuesto, que nunca nos consultaron a los latinoamericanos si queríamos una guerra y, menos aún, si optábamos por estar a su lado.

En medio de tanto desastre destructivo de una futura guerra, existe algo que me irrita. Los dueños de este mundo moderno, sea cual sea el resultado definitivo de la contienda, siempre saldrán ganando, pues invertirán sus capitales en ambos lados.

Inclusive se reunirán en secreto para procurar que la destrucción les sea favorable a ellos y no contra sus intereses.

El papa Francisco ha celebrado una Jornada Mundial por la Paz en Asís. Desde todos los pueblos, clases sociales, razas y creencias es necesario que nos unamos a este deseo de conservar la paz.

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