El diálogo social y la gestión de conflictos

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El intercambio de información sobre temas de interés común entre el Gobierno, los empleadores y los trabajadores constituye el pilar fundamental del diálogo social, tan necesario para avanzar en la construcción de la democracia participativa, enunciada en el artículo primero de nuestra Constitución Nacional.

Pese a ese cambio de paradigma, pues es la Constitución vigente la que ha introducido como forma de gobierno, además de la democracia representativa, la participativa, el Gobierno ha tenido un rol de simple espectador, en el que se limita a convocar a las partes (empleadores y trabajadores) y aguardar la mejor predisposición de las mismas para la gestión eficiente de los conflictos, lo cual, ante la imperiosa necesidad de cada parte de no ceder a las pretensiones de la otra, da lugar en muchas ocasiones a un conflicto mucho mayor e innecesario.

Es importante aclarar que la gestión eficiente de conflictos a través del diálogo social no depende únicamente de la intervención del Gobierno, puesto que, como se ha dicho, tanto los empleadores como los trabajadores poseen el mismo grado de responsabilidad como interlocutores sociales.

El grado de empatía y la comunicación efectiva que pueda generarse dentro de este diálogo entre el empleador y los trabajadores, bajo la intervención del Gobierno, garantizan el cimiento de la gestión de los conflictos de manera eficiente.

En ocasiones, las partes, representadas por negociadores, en la mayoría sin el oficio suficiente, rechazan la empatía por considerarla como un elemento que demuestra falta de carácter o sumisión, asumiendo así una postura hostil, lo cual en ningún caso contribuye a la administración de los conflictos, de manera eficiente. En este sentido, otro elemento determinante dentro del diálogo social es la comunicación, tal vez fácil de citarla, pero difícilmente concebida como tal, ya que no siempre los mensajes son claros y los canales no son los adecuados, por lo que cada parte se interesa más por la emisión del mensaje que por la debida recepción del mismo.

Manifestaciones, huelgas y paros donde predomina la oposición de la fuerza por sobre el interés de las partes se han constituido en una constante a la par de la proclamación de cada Gobierno, contribuyendo así a la creación de una cultura donde la gestión de los conflictos se determina por la “victoria” de una de las partes sobre la otra, como si se tratase de una cuestión bélica, sin considerar que lo que se pretende realmente es la comunión de intereses. De más está decir que esta manera de dirimir nuestros conflictos sociales va marcando un collage de conflictos que se suceden todos los años por los mismos actores y las mismas posiciones.

Es importante que el Gobierno que acaba de iniciar la difícil de tarea de conducir los intereses de todas y todos los paraguayos, con gobernanza, marque realmente un camino diferente de gestión eficiente de los conflictos sociales, disponiendo de las herramientas pertinentes como el diálogo social, haciendo de este una práctica efectiva de gestión eficiente de conflictos, como parte y no como simple espectador. Han sido demasiados los años en los que se ha malgastado esta herramienta fundamental para la sociedad y para la democracia participativa.

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