De la lava acumulada surge un volcán

He ido recibiendo cartas de Nicaragua con cifras crecientes de muertos, presos y heridos, y de los esfuerzos que se hacen para cesar tanto dolor. Todo esto me preocupa y duele por los siete años que, desterrado del Paraguay, pasé en la reciente revolución sandinista del año 1979.

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Me duele todo esto y me esfuerzo en buscar sus causas.

Aluden a la influencia nefasta de los EEUU y creo que algo de ello tendrá la culpa. Pero mucho me temo que sea sobre todo algo más interno, más nicaragüense y aún más sandinista, estropeado.

En la historia gloriosa de esta revolución hay una fecha negativa del año 1990 cuando, perdidas las elecciones, el FSLN se dividió entre sus comandantes.

Unos, queriendo conservar la honestidad que siempre tuvo, y el otro grupo que, bajo pretexto de que el partido no podía irse sin fortalecerse en recursos, asignaron propiedades del Estado al partido. A esto se le llamó la “piñata” que tanto mal les hizo.

Poco después vino el episodio de Zoilamérica Narváez entre esta, su hijastra y Ortega, lo que restó más adherentes.

La política en ocasiones es muy sucia y el año 2009 empañó a Ortega en su pacto corrupto con Arnoldo Alemán para lograr acceder al poder.

Por otra parte, estos años de gobierno de Ortega y de su esposa Rosario Murillo, ambos presidente y vicepresidenta con posibilidad de aumentarlo sine die, no han sido años políticamente positivos para el pueblo.

Este deterioro constante y una protesta universitaria reprimida con fuerza sirvieron para que la lava en tantos años acumulada estallara en un volcán sociopolítico, en cuya erupción estamos ahora.

Ojalá el FSLN sea el del comienzo y Nicaragua ingrese en un periodo de paz y no en una guerra civil.

“Lo ocurrido en Nicaragua es también un aviso vivo de lo que puede suceder en las naciones”.

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