Por Andrés Colmán Gutiérrez - CIUDAD DEL ESTE
Mientras en Paraguay no se conocen iniciativas que lleven a reconocer internacionalmente al tereré como un producto típico y propio de la cultura nacional, en el Brasil una nueva propuesta gubernamental busca declararla “patrimonio inmaterial histórico” del Estado de Mato Grosso do Sul.
El Consejo Estadual de Cultura es la entidad que elaboró la declaración, publicada el miércoles 4 de agosto en el Diario Oficial del Gobierno de Mato Groso do Sul, según información divulgada en el sitio web de noticias Portal do MS.
“El próximo paso es que la resolución sea aprobada por el gobernador del Estado, André Puccinelli”, destaca el medio on line.
La actual propuesta de declarar al tereré como “patrimonio cultural histórico” fue planteada inicialmente por la Prefeitura (Intendencia) Municipal de la fronteriza ciudad brasileña de Ponta Porá, vecina de la localidad paraguaya de Pedro Juan Caballero, que quería registrar el producto como “Tereré de Ponta Porá”, explicó la arquitecta Adriana Gardin, del Consejo Estadual de Cultura.
La Fundação de Cultura de Mato Grosso do Sul resolvió ampliar la iniciativa a nivel de todo el Estado, elaboró un voluminoso expediente, en el que se cuenta la historia de la bebida y su importancia cultural para la región.
En el documento se relata que el consumo del tereré “se remonta al pasado, al surgimiento de las comunidades de Ponta Porá (Brasil) y Pedro Juan Caballero (Paraguay), que florecieron durante el ‘Ciclo de la yerba mate’ y continúa presente en los hábitos de la población de esta región”.
El informe agrega que “el tereré se volvió la bebida típica de la región, cuya tradición se pasa de padre a hijo, elimina las diferencias sociales, promueve la interacción cultural, propicia el diálogo entre los integrantes de las ‘ruedas’, que aprovechan el momento para enterarse de las novedades”.
Hace algunos años, también en Mato Grosso do Sul, una empresa yerbatera patentó oficialmente ante los tribunales de Brasil la palabra “tereré” como marca comercial privada, violando leyes internacionales que protegen el derecho colectivo sobre productos culturales, según había denunciado un reportaje de la revista Vida, de Última Hora.