“Barrabravas y motochorros no son la verdadera juventud del Paraguay”

En su homilía en Caacupé, monseñor Lucio Alfert dividió a los jóvenes entre los que quieren cambios en el país y los que viven en marginalidad. Increpó también la discriminación hacia campesinos e indígenas.

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Llamado. Monseñor Alfert habló sobre la juventud que apuesta a un cambio en el país.

Darío Bareiro

Corresponsal

En el séptimo día del novenario de la Virgen de Caacupé, la homilía estuvo a cargo de monseñor Lucio Alfert, obispo del Vicariato del Arzobispado del Pilcomayo. Alfert señaló que hay sectores de la juventud que no representan a aquellos que realmente quieren un mundo diferente.

“Las barras bravas violentas, los motochorros, los drogados, los borrachos jóvenes. Ellos no son la verdadera juventud del Paraguay. Hay otra juventud, muy valiente y que quiere construir un mundo mejor y que es la juventud de Jesucristo”, refirió Alfert.

En otra parte de su homilía, invitó a los jóvenes que sí luchan por el país a que demuestren a la sociedad que es posible lograr un mundo diferente. Señaló también que son capaces de aprender unos de otros y compartir los más preciosos valores de la vida.

“Jóvenes, campesinos, indígenas, obreros, estudiantes provenientes del área de varias situaciones de la vida, juntos pueden construir un mundo de paz”, refirió.

Señaló también que nunca se va a instalar una verdadera paz y fraternidad a base armas, del poder policial o militar. “Sin Dios y a base del poder jamás habrá fraternidad”, expresó.

Indígenas y campesinos. En otra parte de su alocución, monseñor Albert se refirió a los indígenas. Dijo que en Paraguay, los pueblos indígenas son los que más sufren este desprecio, la burla, la indiferencia, la incomprensión. Como anécdota, contó el caso de una señora de clase alta que reaccionó de manera negativa cuando un indígena iba a ser el encargado de leer la palabra de Dios en la misa.

“Nuestros hermanos indígenas son echados de sus tierras ancestrales y muchas veces el Estado se niega a defender eficazmente los derechos, o simplemente no cumplen con la Constitución Nacional porque los campesinos y los indígenas son considerados como gentes de segunda o tercera clase. Son cuestionados por cualquier ciudadano porque vienen a la ciudad”, expresó, agregando que las actitudes de desprecio representan un ego exagerado.

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