Avanzar o retroceder

Nuestro deseo es siempre el de avanzar, pero la vida tiene días positivos y otros negativos. Es que la vida es compleja y supera todos nuestros buenos deseos.

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“En la vida no todo es crecer, progresar y ganar. Hay muchos momentos en que conocemos la crisis, la enfermedad o el fracaso. Algo se rompe entonces en nosotros. Comenzamos a experimentar la vida como pérdida, límite o disminución. Ya no estamos tan seguros de nada como antes. Ya no hay alegría en nuestro corazón.

Podemos entonces rebelarnos y vivir esta experiencia como algo totalmente negativo. Pero lo podemos vivir también como una pérdida que nos puede llevar a asentar nuestra vida sobre bases más firmes. Jesús nos habló de una poda necesaria para dar más fruto.

Si sabemos actuar de manera humilde y confiada, “perder” nos puede llevar a “ganar”. Hemos de empezar a aceptar nuestra situación. No es bueno negar lo que nos está pasando. Ese ser, frágil e inseguro poco acostumbrado a sufrir, también soy yo.

La crisis nos obliga a preguntarnos por nuestras raíces: ¿Cuál es la verdad última que nos motiva e inspira? ¿Dónde apoyamos realmente nuestra vida? Hay una verdad rutinaria que nos mantiene día a día, pero hay una verdad más honda que a veces solo emerge en tiempos de crisis y debilidad”.

El teólogo José Antonio Pagola dice en estos párrafos todo lo que quería decirles, pero mucho mejor que lo que escribí. Con sus palabras salimos todos ganando.

Mañana domingo estamos en la Cuaresma con el Evangelio de las tentaciones.

Una tentación es una limitación que aparece en la vida y que nos puede hacer retroceder. Con la ayuda de Dios podemos desbaratarla. Y, aunque caigamos en ella, podemos convertirla en fuente de cambio al ser conscientes de que somos débiles y que necesitamos más de Dios y afirmar todavía más nuestro compromiso.

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