¡Adiós TPP!

Guido Rodríguez Alcalá

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No hay mal que por bien no venga. La elección de Trump, con sus peligrosas promesas electorales, ha tenido algo positivo: Estados Unidos se aparta del TPP. ¿Qué es el TPP? Más conocido por sus siglas en inglés (Trans Pacific Partnership), que vendría a ser Asociación Trans Pacífica, este es un acuerdo de libre comercio entre doce países ribereños del océano Pacífico: cinco de América (Canadá, Estados Unidos, México, Perú, Chile), cinco del Asia (Japón, Malasia, Vietnam, Singapur, Borneo) y dos de Oceanía (Australia, Nueva Zelanda). Esos países, con una población de unos 800 millones de habitantes, tienen el cuarenta por ciento del comercio mundial.

Para que el acuerdo firmado entrara en vigencia, se necesitaba su ratificación; hasta el momento, solo lo ha ratificado el Japón. Ahora que Estados Unidos se niega a hacerlo, es difícil que los once restantes quieran seguir con el pacto; en teoría podrían hacerlo, pero la teoría no es la práctica.

Es que ese acuerdo ha despertado mucho rechazo ciudadano, desde la derecha hasta la izquierda. Hillary Clinton, que lo había apoyado, cambió de postura durante la campaña electoral, y en eso coincidía plenamente con Donald Trump. Digamos que los dos candidatos coincidían con la opinión de la inmensa mayoría de los norteamericanos.

¿Por qué había descontento con el TPP? Por varias razones, incluyendo que se lo negociaba en el mayor secreto y a los parlamentos nacionales solo les quedaba la opción de aprobarlo o rechazarlo en bloque, sin ningún debate público. El debate era necesario, por tratarse de un texto largo, difícil, lleno de cuestiones técnicas y redactado en su mayor parte por los abogados de las corporaciones multinacionales, las principales interesadas en el libre comercio. Mientras que esos abogados y sus clientes se habían tomado el tiempo de estudiar los términos del acuerdo hasta el último detalle, se les retaceaba información y tiempo para informarse a los parlamentarios elegidos por el pueblo. (En Australia, hubo serias protestas a causa de eso).

A pesar del secreto, se filtraron detalles de lo negociado, indignando a la opinión pública. ¿Por qué? Porque el TPP les concedía a las empresas el derecho de demandar a los Estados nacionales por adoptar medidas que les hicieran perder dinero, como dictar leyes para reducir el tabaquismo. Sin necesidad de TPP, ya había muchos casos de ese tipo, como la demanda de la Philip Morris contra el Uruguay, que redujo las ventas de cigarrillos de la tabacalera con una efectiva campaña de concienciación contra el tabaco. Lo mismo valía para cualquier medida de carácter social, laboral o ecológico negativa para las empresas. En resumen, el TPP garantizaba la libertad de las empresas en detrimento del pueblo, y eso lo comprendieron todos, hasta el mismo Trump.

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