Las contradictorias facetas de Marito

Andrés Colmán Gutiérrez – @andrescolman

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En sectores de la oposición, y principalmente de izquierda, la llegada de un joven político colorado llamado Mario Abdo Benítez a la presidencia de la República encendió señales de alarma y reactivó temores sobre un posible retorno a esquemas represivos de la dictadura stronista.

Que sea justamente el hijo del ex secretario privado del dictador Alfredo Stroessner y se llame igual que su progenitor agitaron previsibles fantasmas para quienes fueron víctimas o han heredado la memoria del horror: persecuciones políticas, censura, cárceles, torturas, exilios, desapariciones...

En cambio, para los entusiastas de un caudillismo colorado más tradicional, que había sido desplazado por el cartismo empresarial, implicó la ilusión de recuperar al menos parte del poder para los seccionaleros, el culto a la polca y al pañuelo, la consolidación del nepotismo y la impunidad, la vuelta de cargos públicos para parientes, amigos y correligionarios.

Para el entorno del cartismo autoritario, que se quedó sin chances de conservar el poder, justamente ante la emergencia de Marito, solo quedó la posibilidad de una alianza oportunista con negocios compartidos, que finalmente parece haberse roto en el camino.

A un mes de haber asumido la presidencia, el Gobierno de Abdo Benítez es a la vez una caja de sorpresas y decepciones. No es la resurrección del stronismo, pero tampoco su contracara. En su gabinete hubo buenas sorpresas como Teresa Martínez (SNNA), Rubén Capdevila (Cultura), Arnaldo Giuzzio (Senad), Liz Cramer (Industria y Comercio), Sofía Afara (Turismo) y otros que podrían incluirse con peros como Arnoldo Wiens (MOPC), Julio Mazzoleni (Salud) o Eduardo Petta (Educación), pero también cuestionadas figuras como Sergio Coscia (procurador), Felipe Salomón (Juventud), Ariel Oviedo (Seam), José Alberto Alderete (Itaipú), Nicanor Duarte Frutos (Yacyretá), Esteban Aquino (Inteligencia) o Raimundo Sánchez (INTN).

Entre sus acciones de gobierno hay paladas de cal y de arena. Fue llamativo e interesante corregir el grave error diplomático de su antecesor mudando otra vez la Embajada paraguaya de Jerusalén a Tel Aviv, desafiando al Tío Sam, y más aún apoyar el golpe dado por la Senad a una banda narcotraficante del Este, aun al precio de cargarse a un legislador de su movimiento político, pero son preocupantes otros gestos como instalar la bandera del Partido Colorado en el Palacio de López o “pechear” 3.000 millones de guaraníes a las binacionales para dar becas a los hijos de los caudillos de su partido.

Como pocas veces antes, varias personas que se creían poderosas e intocables se encuentran hoy en la cuerda floja. Aunque eso es más un mérito de la ciudadanía movilizada, implica un gran avance que el actual presidente no juegue en contra y hasta incluso parezca estar a favor.

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