La distancia no impide creer en los milagros de la Virgen de Guadalupe

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El hogar de la familia Miltos, situado en un rincón de la ciudad de Fernando de la Mora, Zona Sur, se convirtió en el epicentro de la devoción a la Virgen de Guadalupe.

Ayer, más de 1.000 personas se reunieron allí en torno a un karu guasu y después de una misa celebrada en honor al día de esta virgen mexicana, considerada Patrona de toda América Latina.

El patio de la casa estaba repleto de vecinos, familias enteras compartiendo en la mesa: Niños, jóvenes y adultos mezclados frente a los tablones cubiertos de mantel blanco, donde servían tallarín con carne y un vaso de jugo.

De esa forma, le agradecían los devotos de la Virgen Morena los milagros que le atribuyen por su intercesión en situaciones extremas de salud, principalmente.

A la mamá de Mirta Villalba, de 56 años, le dieron solo dos días de vida. Padecía de una enfermedad coronaria y estaba internada con escasas expectativas de recuperación.

Pero vivió más de siete años después de que ella –dice– le encomendara a la Virgen.

Leonardo Brizuela, un jubilado de 63 años del barrio Ita Ka’aguy –lugar donde ocurre toda la celebración–, tiene un nivel exagerado de glucosa en la sangre (300 mg/dl de 110). Ningún médico le quería operar por su condición de diabético.

Hoy ya superó varias intervenciones quirúrgicas gracias a su mejor doctora, a su “doctora de cabecera”, la Virgen de Guadalupe, a cuya intercesión le debe –dice– que hayan sanado todas sus heridas de las cirugías y contra todo pronóstico.

INTERCESORA. Estos son solo dos de los cientos de testimonios que hay en torno a los milagros atribuidos a la mediación de esta advocación.

Lucrecia Gómez de Miltos fue la que inició junto a un grupo de amigas esta tradición, hace 19 años. Ella estaba aquejada de una enfermedad y soñó con una santa, aunque no supo de quién se trataba. Después Mirta, su amiga, le dijo que era la Virgen de Guadalupe. Era 2 de diciembre de 2000, diez días antes del día de la santa mexicana. Ese año pasaron de rezarle a la imagen de la Divina Misericordia a dedicarle oraciones a la Virgen Morena, llamada por el papa Juan XXIII como Misionera Celeste del Nuevo Mundo.

Don Leonardo muestra su panza y una larga cicatriz perpendicular, que le cruza el abdomen. Tuvo piedra en la vesícula. “Nadie de los profesionales me quiso cortar y me encomendé nuevamente a mi doctorcita, le pedí que me ayude a cicatrizar. Y el 90% yo creo que es milagro por su intercesión”, comenta.

Por la diabetes también casi perdió la vista. Se encomendó a la Virgencita y se sometió a cirugía láser. Además, venció la embolia que le produjo unas várices y un tratamiento con cateterismo por una arritmia.

Mirta no oculta su alegría porque el año próximo –dice– irá, por primera vez, a México con su amiga Lucrecia y Lucía, por los 20 años de rendirle tributo a la Virgen Morena.

La doctora nos dijo que mi mamá tenía tres días de vida. Le lloré a la Virgen para que le conceda unos años más. Vivió 7 años y medio después.
Mirta Villalba,
devota.

Le aconsejo a la gente que se encomiende a Ella porque es muy milagrosa. Yo le considero como mi mejor cirujana. Leonardo Brizuela, devoto.

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