Milicias libias amplían su control de Sirte en medio de duros combates

Sirte (Libia), 16 ago (EFE).- Fuerzas de la alianza de milicias leal al gobierno de unidad libio, que apoya EEUU y la Unión Europea, ampliaron en las últimas horas su control del centro urbano de Sirte, donde desde hace cinco días se suceden los combates “puerta a puerta” con las bolsas de yihadistas que aún resisten en sus devastadas calles.

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Fuerzas de la alianza de milicias leal al gobierno de unidad libio, que apoya EEUU y la Unión Europea, ampliaron en las últimas horas su control del centro urbano de Sirte, donde desde hace cinco días se suceden los combates “puerta a puerta” con las bols

El grueso de los combates se libra en el denominado “eje de la India”, una estratégica zona de casas bajas y callejones estrechos, situada en el entorno del Palacio de Congresos y la sede de la emisora de radio local, arrebatados a los yihadistas durante los bombardeos del fin de semana.

“Casi todo el área esta controlada, solo quedan unos 300 metros por conquistar. Están muy debilitados y ya no pueden frenar nuestro avance”, explica a Efe Abdelhamid Chelita, uno de los soldados de la Alianza.

Como la mayoría de sus compañeros, Chelita viste pantalón militar caqui de camuflaje similar al que usan las tropas estadounidenses, camiseta con una leyenda en inglés, y calza unas polvorientas y raídas sandalias negras.

De su hombro cuelga un fusil de asalto clase “kalashnikov”, dos cananas repletas de relucientes balas cruzan su pecho en bandolera y la granada de un RPG sobresale de uno de los bolsillos laterales de su cinturón.

“Los del Daesh (acrónimo en árabe para referirse al grupo yihadista Estado Islámico) han huido hacia los barrios del norte, donde les espera la artillería. Esta zona del barrio indio (conocido así por haber sido proyectado por una empresa de ese gigante asiático) es nuestro desde el lunes”, explica.

El sol ya avanza hacia su cénit, el calor cae a plomo sobre las calles y los hombres que acompañan a Chelita se refugian en una de los edificios en ruinas que días atrás controlaba uno de los muchos francotiradores dejados por la Rama libia del Estado Islámico en su huida.

En sus alrededores, estos milicianos encontraron el cadáver de un hombre blanco de nacionalidad tunecina que identificaron como uno de los yihadistas.

En febrero de 2015, los fanáticos aprovecharon el conflicto político entre los gobiernos rivales de Trípoli (oeste) y Tobruk (este) para avanzar desde su bastión oriental en Derna y conquistar Sirte, uno de los principales puertos libios.

Asentados en la que es la ciudad natal del dictador libio Muamar al Gadafi -derrocado en 2011-, en enero de este año trataron de asaltar los vecinos puertos petroleros de Sidrá y Ras Lanuf, los más importantes del país.

Ante esta amenaza, milicias de Trípoli, de la ciudad de Misrata y partidarios del señor de la guerra y líder de la Fuerza de Defensa de las Instalaciones Petroleras, Ismail Jidhram, se unieron en junio al llamado gobierno de unidad designado por la ONU para expulsarlos de Sirte.

Tras casi mes y medio de infructuoso asedio, el gobierno que preside Mohamad Fayez al Serraj se vio obligado a finales de julio a solicitar el apoyo aéreo de Estados Unidos para quebrar su resistencia.

Los bombardeos, que se repiten casi a diario desde el primero de agosto, han sido fundamentales en el avance de las milicias hacia el “eje indio” y los distritos 1, 3 y 2, en el centro de la ciudad, donde aún se concentran los ataques con artillería pesada.

“Daesh había izado las banderas negras en casi todas las empresas que tomaron así, como en el Palacio de Congresos. Ahora ya solo ondean las banderas de Libia”, se jacta un miliciano que se identifica solo con el nombre de Abdelalá.

A su lado, otro que simplemente quiere que se le llame Ahmed afirma que el destino de los fanáticos es el mismo que el de Abu Walid al Tunisi, un comandante yihadista abatido el viernes en la sede del club “Sirte Gulf”.

“Uno de ellos intentó el domingo atravesar nuestras líneas, murió antes de llegar al distrito 2", aseguró.

Ninguno quiere, sin embargo, hablar de las bajas entre sus propias filas, bastante numerosas desde que el pasado junio arrancara la ofensiva.

Según explicó a Efe Reda Issa, portavoz del centro de operaciones de la alianza en Misrata, cerca de 400 combatientes libios han muerto en los dos meses de combate y alrededor de un millar han sufrido todo tipo de heridas.

El número más elevado de víctimas mortales pertenece a la ciudad de Misrata, con 309 combatientes muertos, seguidos por la ciudad de Zeltan con 16, Trípoli con 13, Sirte con 9 y Tobruk con 6, precisó el portavoz.

Un alto coste para una batalla que más allá del éxito militar, el gobierno de unidad espera con impaciencia para tratar de frenar el abrupto descenso de popularidad y relanzar su hasta ahora fracasado intento de unir el país.

Mohamad Abdel Kader

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