Colección de ÚH para entender el stronismo

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Desde mañana domingo el diario Última Hora pone a disposición de sus lectores como material de compra opcional la colección Los Mitos del Stronismo, que se publicarán en tres tomos. En el siguiente artículo reproducimos algunos extractos que están en el primer tomo como un adelanto del riquísimo material que se está ofreciendo.

La llegada al poder del general Alfredo Stroessner, en el año 1954, debe ser contextualizada y entendida a partir de las condiciones económicas y políticas, tanto internas como externas que se dieron en los años anteriores e incluso en las décadas previas.

El Paraguay, al promediar el siglo XX, había pasado por un proceso histórico convulsionado, con un corte profundo en su desarrollo socioeconómico y político a consecuencia de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), que significó un cambio radical y traumático en sus estructuras sociales con la destrucción de gran parte de la población nacional, así como de la base productiva autónoma desarrollada durante los gobiernos de José Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López y Francisco Solano López, además de la significativa pérdida de territorio a manos del Brasil y de la Argentina.

De ahí en adelante se verificó un cambio profundo en la organización de la sociedad paraguaya, proceso en el cual tuvo una importancia determinante en la venta masiva de las tierras públicas, en especial, a partir de leyes y decretos impulsados entre 1883 y 1885 por el entonces presidente Bernardino Caballero, beneficiando con enormes extensiones de tierras a capitales argentinos, brasileños e ingleses, y, en menor medida, paraguayos.

En palabras de Carlos Pastore, en la ya clásica La lucha por la tierra en el Paraguay: “Los gobernantes de entonces abandonaron los intereses del pueblo para servir los intereses del capital extranjero”. Esto dio pie al surgimiento de una estructura de distribución de la tierra caracterizada por la dualidad conformada por el latifundio y el minifundio. Los latifundios orientados en casi su totalidad a la explotación de recursos naturales para la exportación, mientras los minifundios dedicados a la agricultura para el autoconsumo campesino y la producción de alimentos para el mercado interno. El periodo histórico que va de 1870 hasta 1940 fue caracterizado por la instauración de las formas liberales en la institucionalidad política y en la organización económica a partir de la Constitución Nacional, doctrinariamente liberal, sancionada a meses de concluir la guerra, en noviembre de 1870.

ECONOMÍA Y CONTEXTO SOCIAL

El control del Estado también significaba el control del mayor empleador del país, disponiendo de los empleos públicos, lo que confería una enorme influencia al Gobierno, por la anémica generación de empleos en el sector privado y el escaso dinamismo del empresariado en el desarrollo industrial. Notablemente, esta característica de la economía paraguaya, de un estrecho mercado laboral muy dependiente del sector público ante la ausencia de un mayor sector industrial, luego de casi siete décadas sigue prevaleciendo en el país.

La hegemonía del Partido Colorado luego de la Revolución de 1947 no logró aplacar las luchas internas dentro de la nucleación, donde sectores respondían a diferentes actores económicos y sociales. Bajo el gobierno de Federico Chaves, dentro del propio sector democrático al que pertenecía el presidente, disputaban una mayor influencia el grupo liderado por Epifanio Méndez Fleitas, partidario de la intervención estatal, y el grupo de los terratenientes, liderado por Rigoberto Caballero, hombre cercano al gremio ganadero, la Asociación Rural del Paraguay (ARP).

La presión de este sector de gran poder económico para aumentar el precio de la carne entonces controlado por la Copacar, y la oposición al epifanismo, que entonces dirigía el BCP y el Ministerio de Finanzas, profundizaron la crisis política y elevaron la tensión alrededor del ya débil gobierno de Chaves. En enero de 1954, renunció Méndez Fleitas al BCP y el ambiente de conspiraciones se agitó en el país. Corrupción e inflación completaron el panorama y sirvieron en bandeja la intervención militar, cuyo estamento estaba dirigido por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, general Alfredo Stroessner.

GOLPE DE ESTADO

El 4 de mayo de 1954 se concretó el golpe de Estado contra Federico Chaves. Mediante un acuerdo entre Alfredo Stroessner y el Partido Colorado, el 8 de mayo asumió transitoriamente la presidencia el titular de la Junta de Gobierno del Partido, Tomás Romero Pereira. El pacto entre militares y colorados aseguró a Stroessner la exclusividad de la candidatura presidencial, que lo llevó a la cúspide del Poder Ejecutivo el 15 de agosto de aquel año. El nuevo presidente se ocupó, en los primeros años de su gobierno, de lograr estabilizar la situación política y económica del país, para lo cual contó con el determinante apoyo de los Estados Unidos y del Brasil en el ámbito externo, y de las Fuerzas Armadas en el interno.

Desde los inicios del stronismo, el Gobierno tuvo una importante presencia militar en áreas claves. El coronel César Barrientos fue nombrado ministro de Industria y Comercio; el general Marcial Samaniego, en Obras Públicas y Comunicaciones; en Defensa fue designado el general Herminio Morínigo. En Hacienda fue designado Carlos Velilla, mientras Epifanio Méndez Fleitas volvió a la presidencia del Banco Central, y Tomás Romero Pereira pasó a ocupar la cartera de Interior. Poco tiempo después, en 1955, los militares ocuparon el Ministerio de Hacienda, donde fue ubicado el coronel César Barrientos. Desde ese momento, en que también fue destituido Méndez Fleitas del BCP, Hacienda se constituyó en el núcleo más influyente en las decisiones económicas, relegando al Banco Central a las tareas de control monetario y cambiario. El manejo de los préstamos externos quedó en manos de Hacienda.

GIRO ECONÓMICO

Como señaló el economista Luis Campos, a partir de 1956, el Paraguay dio un giro en su política económica, abandonando el dirigismo estatal y se optó por una política ortodoxa neoclásica, a la que denominó monetarista neoliberal. En rigor, la participación estatal siguió en áreas como la de infraestructura, colonización o financiamiento, pero efectivamente se dio mayor libertad y menos control a las empresas y al capital privado, por ejemplo, en la fijación de precios.

Este cambio llegó con la destitución de Méndez Fleitas del Banco Central, en diciembre de 1955, y el desplazamiento del sector epifanista del Partido Colorado en marzo de 1956. Al mismo tiempo, se daba un estrechamiento de los lazos con el Gobierno norteamericano y la asistencia técnica y crediticia del Fondo Monetario Internacional. Stroessner firmó el primer Acuerdo Stand-By con el FMI en 1957.

El inicio de los años sesenta encontró al presidente Alfredo Stroessner consolidado en el poder, con el control absoluto de las Fuerzas Armadas y del Partido Colorado, el apoyo del sector terrateniente y el respaldo internacional encabezado por los Estados Unidos.

Décadas de oscuridad y represión

Fueron 35 años de oscuridad y represión. La era del general Alfredo Stroessner representó un retroceso importante en varios aspectos de la realidad nacional dejando una herencia pesada que seguirá afectando a varias generaciones. Sin embargo, su peculiar caída del poder en manos de hombres que por años se beneficiaron de sus gobiernos y la poca importancia que la transición democrática puso en la memoria respecto a ese periodo, hicieron que hasta la fecha su figura y su dictadura sean ponderadas por un importante sector de la sociedad paraguaya, según el historiador Fabián Chamorro Torres, quien fue uno de los coordinadores a la colección Los Mitos del Stronismo.

Pese a eso, para Chamorro, “es importante aclarar que muchos de los argumentos utilizados para glorificar a Stroessner se sustentan en mitos, instalados en largos años de propaganda y prebendarismo. La estructura stronista capturó sindicatos, centros estudiantiles y entidades públicas y privadas de toda índole, en un proceso lento de coloradización, que le permitió sustentarse en los afiliados del Partido Colorado que, en mayoría, luego de febrero de 1989, mantuvieron sus privilegios. Para comprender el alcance de ese proceso, solo mencionaré que el presidente de la República electo en 2018, Mario Abdo Benítez, es hijo de uno de los jerarcas del stronismo. Aún hoy, dirigentes y parlamentarios del partido de gobierno se niegan a usar el término dictadura para referirse al gobierno del general Stroessner, algunos esgrimiendo los mitos instalados en aquellos tristes años”.

Varios países que pasaron por procesos despóticos no tuvieron la ventaja de contar con un archivo tan completo como el paraguayo con respecto a los crímenes que cometió el Estado contra sus ciudadanos. Ese acervo y otras documentaciones y testimonios permiten conocer la otra realidad, la que se ocultó bajo el terror. Paraguay tuvo miles de torturados, cientos de desaparecidos y familias enteras se destruyeron con el exilio. El deterioro de los derechos y la libertad de las personas también afectaron a la economía, la que fue duramente castigada por la corrupción. Mientras los generales y personeros del Gobierno se llenaban los bolsillos con negocios ilegales, como contrabando, tráfico de rollos, tráfico de autos, traslado de drogas y similares, el país era condenado a incrementar exponencialmente su deuda pública, la que sigue siendo un peso hasta nuestros días.

Esta colección, a la que llamamos Los Mitos del Stronismo, quiere mostrar en tres tomos, la dictadura desde sus documentos, desde los archivos, para exponer exactamente el contexto general, la economía, las obras públicas y la seguridad del periodo, especialmente, teniendo en cuenta que estos dos últimos puntos son constantemente referidos por quienes defienden el régimen. En esta primera obra, que se sustenta en La economía durante el stronismo, del reconocido investigador, docente y economista Luis Rojas, con breves aportes sobre las relaciones entre los Estados Unidos y Paraguay durante tres décadas, se pretende examinar el modelo económico imperante bajo el stronismo. Rojas resume sus conclusiones con una frase contundente: “La corrupción fue el alma de la dictadura”.

Esperamos que estos libros, siempre placenteros por el lenguaje utilizado, sirvan para comprender mejor aquella etapa nefasta en el que se incubaron varios de nuestros males. Creemos, además, que este tipo de literatura sirve mucho para que los paraguayos vayamos rompiendo definitivamente con el stronismo y su legado.

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