Campesinos defienden semilla nativa frente avance de transgénicos

Un centenar de productores de organizaciones campesinas sustituyeron sus plantaciones familiares en el interior del país por una feria en el centro de Asunción, donde lucieron sus semillas nativas, eje de su resistencia frente al avance de los cultivos transgénicos.

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Campesinos defienden semilla nativa frente avance de transgénicos. Foto: deagcomunicaciones.blogspot.com.

EFE


Semillas de maíz, poroto, locro o maní, cuyos productos son la base de los platos tradicionales de la cocina paraguaya, acompañadas de esquejes de plantas como la yerba mate, consumida a todas horas en el país, llamaron la atención de funcionarios, empleados de bancos o policías que habitualmente transitan por la zona.

Tampoco faltaron a la cita las plantas medicinales, conocidas como remedios yuyos, para tratar dolencias como problemas intestinales, infecciones urinarias o parasitosis en los niños.

“La yerba lucero es para el estómago, el laurel se usa para cocinar, la semilla de aguacate, bien molida, hace bajar la fiebre...Todas son plantas que usamos hace siglos”, enumeró Simeona Riquelme, una productora del departamento de Alto Paraná a quien su madre transmitió sus conocimientos sobre plantas curativas.

Bajo el lema “Alimento sano, pueblo soberano”, la feria, que se extiende hasta el miércoles, busca concienciar a los consumidores de su derecho a disponer de alimentos no contaminados con productos químicos y a exigir a cada Estado que vele por establecer sus propias políticas alimentarias.

“Sin semillas no hay vida. Nosotros defendemos la semilla nativa, pero ya se están perdiendo algunas variedades, porque al plantar al lado los transgénicos, la semilla nativa se contamina a nivel genético, y sale deformada, con pocas espigas...”, contó a Efe Augusto Acuña, productor agrícola del departamento de Caazapá.

Acuña, quien también estudia en el Instituto Agroecológico Latinoamericano (IALA), explicó que muchos productores adquieren semillas de maíz transgénico pensando que obtendrán mejor producto, pero al cosechar se dan cuenta de que el maíz es “más liviano, y en dos o tres meses queda consumido por el gorgojo”.

Además, el cultivo transgénico requiere del uso de productos químicos para combatir las plagas, y cuando los animales de la chacra se alimentan de estos cultivos, enferman y mueren envenenados, según el agricultor.

El riesgo de contaminación se extiende además a la tierra y a las aguas subterrráneas de la zona, entre las que se cuenta el Acuífero Guaraní, el tercer reservorio de agua dulce más grande del mundo, en parte de cuya superficie se encuentra, según Acuña, “un sojal interminable”.

El campesino alertó de que varios de sus vecinos ya están sufriendo problemas de malformaciones o enfermedades en la piel, debido a que han consumido agua contaminada con químicos procedentes de los monocultivos de la zona.

“Los campesinos producimos para comer nuestra propia cosecha. En cambio, las empresas extranjeras que plantan grandes terrenos con monocultivos producen para vender afuera, y no les importa si su comida está envenenada”, sostuvo.

En la feria participaron además artesanos procedentes de pueblos indígenas, como los mbyá guaraní, los qom, o los guaraníes occidentales, así como representantes de organizaciones como el brasileño Movimiento Sin Tierra (MST) o la internacional La Vía Campesina.

La primera jornada del evento se cerrará con una ronda de talleres sobre soberanía alimentaria, política agrícola extractivista, lucha por el acceso a la tierra o huertas urbanas, entre otras temáticas.

El 92 % de la superficie cultivable de Paraguay se destina a cultivos para la exportación, como maíz, soja o trigo, mientras que solo un 8 % se dedica a plantar alimentos para el consumo interno, según la organización Base IS.

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