Vestigios de la Asunción que quiso ser moderna

Alguna vez fueron presentadas como la solución a problemas históricos de la ciudad y parte de la Asunción vanguardista que no pudo ser, hoy sobreviven en medio del polvo, la herrumbre, el olvido y la indiferencia de los ciudadanos.

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Las paradas de colectivos son una de las materias pendientes de la ciudad, tanto para los habitantes y como para los visitantes. | Foto: Miguel Houdin

Por Elías Piris | Twitter: @eliaspiris

Fotos: Miguel Houdin

Las paradas de colectivos

El doctor Carlos Filizzola ganaba de manera histórica las primeras elecciones para intendente de la capital. El entonces médico fogueado en la lucha gremial del Hospital de Clínicas vencía a la maquinaria del Partido Colorado a tan solo dos años de la caída del régimen dictatorial de Alfredo Stroessner (1954-1989).

Durante su periodo se implementaron programas tendientes a ordenar el sistema de transporte público en la ciudad y se instalaron paradas en los principales corredores del microcentro, como la avenida Colón y las calles Azara y Cerro Corá.

Si bien las paradas no determinaban una obligatoriedad a detenerse a los buses, servían como referencia para las líneas que pasaban por el lugar.

Hoy en día quedan varias sobrevivientes en algunos puntos de las citadas calles, oxidadas, destruidas y utilizadas por alguna que otra secta religiosa para colocar afiches con mensajes y pasajes bíblicos.

Por su parte, el proyecto de paradas obligatorias que impulsa el Viceministerio de Transporte se encuentra en etapa experimental.

Los espejos en las esquinas

También los gobiernos municipales posdictadura intentaron sin suerte colocar espejos en varios concurridos cruces del microcentro y algunas avenidas.

Estos espejos fueron de suma utilidad para los automovilistas y redujeron en cierta medida los accidentes por la falta de visual.

Lastimosamente, la mayoría fue víctima de vandalismo, quedando pocos en la actualidad. Uno de estos se encuentra en la intersección de las calles Constitución y Eligio Ayala.

Los parquímetros

La intendencia de Carlos Filizzola había otorgado en el año 1993 la concesión del estacionamiento en Asunción al consorcio Roggio-Ecomipa. Esta empresa privada tuvo por contrato siete años para explotar el servicio.

Así nacieron los famosos parquímetros que se vieron por las veredas de la capital durante la década de 1990.

Estos aparatos representaron el dolor de cabeza de muchos y era relacionado con el temido Control de Estacionamiento de Asunción (CEA), una dependencia municipal que fue abolida por el entonces intendente Enrique Riera Escudero.

Lo que pareció ser la solución más racional para el eterno drama del estacionamiento sucumbió ante la corrupción y la informalidad.

Hoy el estacionamiento tarifado está a merced de los cuidacoches y la Comuna espera que una nueva concesión sea la solución y represente la formalización de este sector, que por su extorsión y arbitrariedad es resistido por un gran sector de la ciudadanía.

Otro intento de modernizar el sistema fueron las expendedoras de boletas, ubicadas en las esquinas del microcentro. Estas máquinas ya fueron removidas, en su mayoría, ante su colapso inevitable.

Si el asunceno desea conocer los parquímetros, quedan unos tres que no fueron removidos, sobre la calle Teodoro Mongelós casi Perú, en las inmediaciones del Mercado 4.

La Madre de Ciudades crece desordenadamente. El caos vehicular, la suciedad y el pésimo estado de las calles son materias pendientes. Asunción es la ciudad indomable para las administraciones municipales. El desafío es que la capital del Paraguay deje de ir a contramano con la modernidad y la sustentabilidad.

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