Susana Oviedo
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Hechos –como la defensa corporativa y el fomento de la impunidad que quedaron patentizados en Diputados, en la sesión extraordinaria del miércoles último en que 53 miembros de esta Cámara impidieron la pérdida de investidura del diputado José María Ibáñez–, suman motivos para la indignación ciudadana y para hacer algo al respecto. La Unión Industrial Paraguaya (UIP), junto con el Centro de Estudios Ambientales y Sociales (Ceanso), como parte de un proyecto denominado #Reglas Claras, hace tres años iniciaron un proceso para diseñar una nueva ética parlamentaria y crear mecanismos de incidencia y participación en el proceso de formación de las leyes. Como resultado, elaboraron un proyecto de código de ética para los legisladores del Congreso Nacional, y otro para transparentar el lobby o cabildeo. Volpe considera que este es el momento para avanzar con la discusión ética en el Congreso, de manos de la ciudadanía que quiere mejores representantes.
–El que más de 50 de los 80 diputados hayan avalado que Ibáñez no perdiera su investidura, plantea una cuestión de fondo muy seria: la ausencia de la ética en la gestión política y legislativa. ¿Cree que esta pueda revertirse?
–Lo que se nota es que ya no se puede seguir con la actitud de pasar la página y decir: “Esto va a pasar, todo seguirá igual que siempre, cuando la prensa se canse de publicar”. Particularmente creo que ya no es así. La gente está predispuesta a expresarse, está asqueada de todo lo que ocurre alrededor del Congreso. La indignación ciudadana está llegando a un nivel muy alto. Antes del caso Ibáñez fue la ley de autoblindaje.
–¿Qué se puede hacer para canalizar esa indignación ciudadana hacia hechos concretos que produzcan cambios?
–Bueno, desde la Unión Industrial Paraguaya (UIP) lo que queremos hacer es presentar herramientas que permitan superar los vicios que tiene nuestro país, como estos que estamos viviendo. En ese sentido, consideramos que un proyecto de ley de código de ética parlamentaria puede significar un avance.
–¿Cómo llegaron a esa propuesta?
–Llevamos trabajando hace más de tres años en este tema. Impulsamos un proceso en el que se recogió la opinión de la gente. Estuvimos en varias ciudades: Asunción, Areguá, Ciudad del Este, Concepción, Coronel Oviedo, Encarnación y Villa Hayes. Nos reunimos con representantes de la sociedad civil y escuchamos qué cuestionan de los parlamentarios y cómo creen que debería ser la conducta de estos. El insumo recogido se plasmó luego en un proyecto de código de ética. Creo que está llegando el momento en el que tenemos que empezar a mejorar la gestión del Congreso. Ya que los que están allí son los representantes de los ciudadanos. Pero si como legisladores están inmersos en una serie de irregularidades, asociados hasta con delincuentes, y con faltas de ética, naturalmente, generan un rechazo que hoy está generalizado, y creo que hay que prestarle atención.
–En las consultas ciudadanas que realizaron para elaborar el proyecto de código de ética que presentarán al Congreso, ¿qué es lo que más salía?
–La gente reclama el hecho de que los parlamentarios abusen del cargo autoasignándose privilegios exagerados. Tienen muy en cuenta todos los males que vemos en el Congreso. Por eso, en el proyecto se estableció que en una primera etapa los propios parlamentarios constituyan una comisión de ética y que ellos mismos juzguen a sus pares. Pero también hay que trabajar para evitar que se den todos los desmanes y abusos a los que nos tienen acostumbrados. Instituciones, como el Congreso, deben ser un ejemplo.
–¿Barajan la posibilidad del rechazo de ambos proyectos por parte de los legisladores, porque no surgió de ellos, sino de la ciudadanía?
–Por el contrario, al venir de la ciudadanía, es que deben tomar como cuestiones prioritarias. Ellos son nuestros representantes y si a ellos no se les ocurrió, porque quieren seguir con las prebendas, blindajes e impunidad, deberían ser los primeros en tomar en serio esto, porque proviene de los ciudadanos. Propuestas así, de todos modos, siempre tendrá detractores. Habrá gente que se oponga, gente que se quiere proteger con fueros que le otorga el cargo. Pero al hacerlo, al menos quedarán en evidencia.
–¿No sería mejor integrar un tribunal de conducta con gente que goce de honorabilidad, como ex legisladores y catedráticos?
–Bueno, el código de ética puede quedar en la nada, si no hay un tribunal de conducta y sanciones. Por lo tanto, creo que sí es una cuestión que se impone. Tratamos de cubrir todos los aspectos, pero el proyecto es absolutamente perfectible y se puede considerar esto. Básicamente está en que el tribunal de conducta sea interno, pero hay que ir explorando el mejor mecanismo.
–¿Qué dice respecto a las expresiones de no admitir a Ibáñez y a quienes lo blanquearon en centros comerciales, restaurantes, etc., que adoptan una posición de principios?
–Eso es el escarnio público, algo muy válido. Se utiliza en los países serios. Significa que la gente perdió la paciencia; por lo tanto, es el momento para adoptar este tipo de medidas. Más aún, ahora que estamos en los comienzos de un nuevo periodo parlamentario y a días de la asunción de un nuevo mandatario. Creo que se tiene que tomar en serio, lo peor va a ser que la gente tome otro tipo de medidas.
–¿Esperan que se produzcan cambios con el nuevo Gobierno?
–Bueno, todo cambio de gobierno siempre aviva la esperanza de una mejoría. Nosotros también pensamos que es la oportunidad de mejorar, solamente que vemos que hay una turbulencia muy grande que, probablemente, reste tiempo a las nuevas autoridades para ocuparse de los problemas de los que tienen que ocuparse.