Por Hugo Rubin
Fernando Savater manifiesta que “todos los Estados provienen de mestizajes olvidados y se van haciendo más y más mestizos: precisamente la estructura estatal pretende reconciliar las diferencias en una unidad superior, no institucionalizar una previa homogeneidad siempre imposible”. Sobre la autodeterminación afirma que “el primero que se autodetermina es el que expulsa, somete o liquida al otro...” y agrega que “quizá lo que se teme como americanización universal [FS no usó el término globalización, nota de HR] es precisamente el modelo New York del mundo, en el que conviven judíos, chinos, italianos e irlandeses que finalmente votan como alcalde a un negro...”
El levantamiento de los autodenominados “campesinos sin-tierra” contra los paraguayos de origen brasileño porque trabajan y progresan es fácilmente extensible a los de otras procedencias: japoneses, ucranianos, menonitas en general; luego a argentinos, judíos, rubios y, por qué no, próximamente contra quienes no hablen el “jopará guarañol” que sus dirigentes perpetran verbalmente. No debemos olvidar que los indígenas, los únicos que podrían ser nacionalistas serios, son tan discriminados y saqueados por los “guerri-labriegos” como los demás habitantes de este país.
En lugar de abrirnos al resto del planeta, le escupimos a la cara.
El propósito de la prohibición constitucional, prácticamente universal, de que ciudadanos no nacidos en el país -sin contar las excepciones como las de hijos de nacionales nacidos en el exterior- accedan al derecho al voto en elecciones presidenciales y, veda mucho más categórica, a la postulación a ciertos cargos como el de presidente de la República responde a un antiguo interés de carácter defensivo, el evitar que los enemigos se conviertan en nuestros gobernantes. En las viejas monarquías europeas era frecuente que el rey no supiera siquiera el idioma de sus súbditos, nadie se sorprendía por eso, sangrientas guerras y magníficos imperios se formaron y decayeron por eso.
Lo que resulta sumamente llamativo es que semejante norma se mantenga vigente aún en las naciones más avanzadas en cuanto a derechos individuales. La reina de Inglaterra es de familia alemana y tiene un marido griego, el primer ministro es escocés. Uno de los candidatos a presidir Estados Unidos es hijo de un keniano y vivió muchos años en Indonesia, mientras que el otro nació en Panamá y desciende de una mezcla irlando-anglo-escocesa. Isabel II no busca fusionarse con Alemania, Gordon Brown no promueve la independencia de Escocia, McCain tampoco. Sería ridículo pensar que Obama haría que Kenia se anexione a Estados Unidos.
Sueño con una Constitución y un Estado que protejan a quienes adoptan al Paraguay como su patria. Sería maravilloso que todo aquel que trabaje honestamente adquiera plenos derechos ciudadanos, quién sabe, algún día un Ricardo Lagos, un Felipe González, un Fernando Henrique Cardoso, tengan ganas de afincarse aquí y probar suerte en una última presidencia. Porque lo que son las perspectivas así como estamos...