César Cabrera | cecabrera@uhora.com.py | @cabreraconde
Morel la viene remando a nivel local con el jazz desde hace varios años y es imposible no pensar en su nombre cuando se habla del género a nivel local. Organiza, junto con David Messina, un gran concierto para el 30 de abril día en que se celebra el Día Internacional del Jazz.
Estarán esa noche el trío de Gustavo Viera, Pedro Martínez Trío, Cuarteto Joaju y José Villamayor y el Ensamble de los Maestros. Terrible propuesta para esta iniciativa con la que están “muy entusiasmados” y que se espera sea la primera de otros grandes festivales.
En noviembre del 2011, la Unesco, por iniciativa de su embajador, el gran Herbie Hancock, declaró así y en el 2012 hubo un concierto, devenido en zapada, con varios músicos y duró hasta las 04:00 de la mañana del 1 de mayo.
Para el batero se trata de “promover sobre todo a las bandas nacionales”. Viera lanzó su disco a fines del 2011 y Martínez el año pasado, mientras que Villamayor grabó con los maestros justamente Jazz en Paraguay. El 30 en el jazz day tocará con “Tato” Zilly en bajo, “Toti” Morel en batería, Remigio Pereira en trombón y Carlos Schvartzman en piano. Precisamente con varios de ellos grabó el trabajo.
Además Joaju sacó su placa en el 2011 también. “Las propuestas son bastante originales”, manifiesta Morel a ULTIMAHORA.COM. Pedrito Martínez va por el lado folklórico contemporáneo, mientras que Viera mezcla varias influencias latinoamericanas.
“Creemos que va a ser un día de celebración donde no solo los músicos que estén tocando si no todos los músicos en general puedan ir a juntarse los músicos de jazz, y vernos a celebrar este estilo que tanto aporte ha hecho a nivel mundial”, expresa Morel.
Las entradas se venden en el Music Hall, del Shopping Mariscal López, y cuestan 30 mil guaraníes. El día del concierto será de 40 mil y los niños menores de 10 años no pagan.
El batero considera al jazz como un “motor músical” o un canal por el que puede expresarse los más humano y artísticamente posible. “No tengo otra que autogestionarme y estar siempre pensando cómo generar jazz y tener cabida en lo que estoy haciendo”, sostiene.
“Tocar jazz es casi una necesidad para mí”, reafirma para explicar qué lo lleva a hacer el movimiento que genera en la escena local. “Es casi punk lo que hago”, agrega a modo de broma pero sabiendo que aparte de promocionar este concierto, tiene que tocar en él, pero también suele gestionar otros toques.
Aunque considera que la escena está creciendo bastante con la autogestión. Porque también hay músicos de alto nivel. El mismo Morel tocó con Joaju en varios festivales internacionales y recientemente entre diciembre del 2013 y enero del 2014, Libre Albetrío, tocó en El Bolsón, Argentina, y el prestigioso Jazz a la Calle, en Mercedes, Uruguay.
Igualmente señala que “a nivel logístico y monetario es difícil conseguir, inclusive espacios donde tocar”. Para él la escena del jazz está en pañales en comparación a la del rock. Pero igual disfruta todo esto. Con Joaju se erigió como uno de los referentes a nivel local, y también tiene un ciclo estable de con Yess Jazz en Planta Alta primero, y ahora en Cactus Bar todos los jueves.
Víctor creció en una familia artística. Su padre es el gran “Toti” Morel, baterista, y su tío el recientemente fallecido “Nene” Salerno, bajista. Creció y se relacionó con la mayoría de los músicos de la generación de su padre. Aunque le costó formar su propia imagen, primeramente fue “Toti” su maestro y quien tuvo mucho que ver para que se ponga a tocar la batería.
Recuerda que le trajo su primera batería a los 5 años y que hasta hoy la sigue usando. Sin embargo recién desde los 14, o 15 años, le empezó a picar la cuestión musical. Rememora que empezó a ir más de seguido a los conciertos de su padre y que ahí vio que era eso lo que quería hacer. Primero tocaba rock, luego se pasó al funk y de ahí al jazz con el disco “A love supreme” de John Coltrane que según el mismo, literalmente le “rompió la cabeza”. “Hasta ahora no entiendo cómo pueden hacer eso ahí”, indica.
Aunque otra gran influencia para su gusto por el jazz fue el grupo Jazz por mil donde estaban su padre, Carlitos Centurión en piano, Remigio Pereira en trombón y Tato Zilly en el bajo entre otras figuras. A los 20 años ingresó a la Big Band del Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA). Su primera experiencia en un grupo, y qué grupo. “Fue una buenísima escuela”, resalta.
Por suerte para él ahí conoció a varios músicos con los que empezó a batallar por el género, por así decirlo. Este 2014 lo encuentra con el concierto por el Día Internacional del Jazz como organizador y es un desafío que no pretende esquivar.
“No es un estilo musical en el que uno se meta para lograr satisfacción de éxito o monetaria. Si uno va a tocar jazz para ser exitoso o rico no es este el camino”, concluye.