Soy amigo de Platón pero más amigo de la verdad, dice una vieja máxima.
No soy amigo de Cartes pero la verdad es que él hará muy bien si no se opone al ingreso de Venezuela al Mercosur.
Es comprensible que Franco se opusiera porque, como jamás hubiera llegado a presidente en elecciones regulares, debía justificarse declarándose defensor del Paraguay en contra de la amenaza chavista, una herencia del chavista Lugo.
En consonancia con la propagando oficial, se llegó a retirar un busto de Bolívar, símbolo del bolivarianismo, la supuesta causa de todos los males de América.
Sin embargo, fue Duarte Frutos quien dio los primeros pasos hacia el ingreso de Venezuela al bloque, sin que lo acusaran de bolivariano ni satánico.
En un primer momento, no hubo resistencias de tipo ideológico; las resistencias fueron de tipo porcentual. O sea, se pedía un porcentaje para que el Congreso aprobara la iniciativa del Ejecutivo (esto lo han dicho miembros del Congreso).
Cuando llegó Lugo, sin renunciarse a la comisión, se inició una virulenta campaña ideológica contra el monstruo Hugo Chávez, que horrorizaba el pudor virginal de nuestros presuntos representantes.
En aquellos días, eran frecuentes las consultas entre las cancillerías. ¿Necesitamos pagar?, preguntaba la venezolana. No, respondía la paraguaya.
No se pagó por una cuestión de principios y de sentido común: no había garantías de que, después de cobrar, los fulanos votaran a favor.
Mientras tanto, existía (aún existe) una abultada deuda de Petropar con PDVSA, que ni se pagó ni se pensaba pagar.
Los parlamentarios han vivido en un mundo mágico. Quieren seguir en él pero ya no les resulta tan fácil, a causa de la reacción ciudadana.
Es de esperar que ahora hagan lo que tienen que hacer.
El Paraguay no puede sabotear un proceso de integración continental por culpa de su Congreso. Lo que está en juego no es el chavismo ni el bolivarianismo, sino un proyecto que va más allá de los gobiernos actuales de los países sudamericanos.
El petróleo es una cuestión estratégica a nivel mundial; si no lo entienden, los parlamentarios no deben sabotear a quienes sí lo entienden, y están dispuestos a obrar en consecuencia.
No está de más recordarles que Estados Unidos necesita el petróleo venezolano y es uno de sus principales importadores.
El Brasil, país productor y con una gran reserva descubierta hace poco, tampoco puede prescindir del crudo venezolano.
Menos puede hacerlo el Paraguay, si es que sabe dónde están sus intereses.
Detrás de la cuestión del petróleo está la idea de formar un bloque integrado, para permitir el crecimiento del potencial agrícola, ganadero e industrial sudamericano.
En todo el mundo se forman bloques, incluyendo el de la América del Norte y el de la Unión Europea.
Ampliar y consolidar el Mercosur es una cuestión de supervivencia para los países de la zona y los que puedan integrarse. La Cancillería hace lo que debe al apartarse de la línea de Franco, que era en parte de Franco y en parte del caos imperante en el Congreso.