“No teníamos informaciones y las teorías fueron cambiando, de repente se decía que al tocar algo se podía contaminar, y venía otra persona entraba en contacto con esa superficie y se contagiaba. Hoy se dice otra cosa, las teorías fueron cambiando con el tiempo en todo”, comparte la doctora Carmen Caballero, jefa de la Sala G del Hospital de Contingencia de Ciudad del Este, quien enfatiza que aún en el escenario actual se siguen actualizando en los protocolos Covid-19.
A casi dos años de formar parte del equipo de contingencia de Covid-19, Carmen rememora lo que para ella sigue siendo una lucha y que no terminará hasta que terminen los ingresos de pacientes graves.
En la naturaleza al frente de la terapia con la pandemia lo más difícil como profesionales de la salud es ser el único agente de contacto con los parientes de pacientes en los momentos más críticos. “Todo lo que le pasa a un paciente se tiene que informar al familiar, eso es lo más duro, comunicarle que las cosas que le estamos haciendo acá no están funcionando”, asegura Carmen y añade que el gran desafío emocional es realizar esa comunicación de la manera más acertiva posible.
”Que ellos (parientes) puedan entender que lo que tenemos en nuestras manos es lo que le estamos ofreciendo, todo nuestro conocimiento, que está al límite y no tenemos más que darle, que de repente un milagro puede sacarle al paciente, eso es lo más desgastante”, compartió.
Carmen, comenta que son varias las escenas en las que le ganó la impotencia, entre ellas la pérdida de su suegro. Y las veces que debió comunicar el fallecimiento de una persona joven, procedimientos que se deben hacer de rescate y emergencia esperando que eso ayude a que el paciente salga de un estado muy poco favorable en el que las próximas horas son cruciales. “Varias veces nosotros lloramos también con los familiares, es que a veces no podés creer que perdiste ese paciente con el que llevaste una lucha y que no funcionó”, destaca.
Eso cotidiano en el hospital también se contrapone con las altas exitosas por las que no se descansa ni baja los brazos. “Un alta es una gloria, es lo que más queremos”, enfatiza.
En el proceso de atención y con el avance sobre el conocimiento del comportamiento del Sars-Cov-2, en la atención también se dieron a la tarea de humanizar el servicio, dando mayor concesión a los familiares que en principio perdían todo tipo de contacto
En el caso del Hospital de Ciudad del Este, optaron por permitir las visitas con protocolos de aislamiento según cada caso. “Lo que conseguimos fue que entren de visita por lo menos de lejos, para evitar que sientan que simplemente perdían el control sobre el familiar una vez que ingresaba a UTI”, recalca Carmen. Esta práctica se replicó también en otros servicios como en Encarnación, donde también tras el manejo del virus se puso foco en la dimensión humana como medicina y fortaleza en la batalla contra el Covid, habilitando visitas tras una ventana.
En tanto, en trinchera, el equipo formado para la atención en Unidades de Terapia Intensiva sigue el mismo camino sin descanso en la actualización de protocolos, en el análisis de los peores momentos de colapso de los hospitales y, por sobre todo, en el conocimiento del comportamiento del virus con sus nuevas variantes. “La contingencia no para, acá seguimos, seguimos actualizándonos, preparándonos, nadie se fue, nadie se movió”, concluye Carmen Caballero.