18 abr. 2024

Urge un plan serio, estratégico y funcional para Ciudad del Este

El Estado paraguayo debe contar con políticas públicas regionales que atiendan los desafíos territoriales particulares y garanticen calidad de vida a la población. En el caso de CDE, si bien viene diversificando su estructura productiva, los logros han sido insuficientes para impulsar mayor estabilidad. Las medidas impulsadas no lograron dotar a la región de una capacidad productiva más endógena, por lo que sufre los embates de la coyuntura del Brasil. Una región tan poblada no puede estar al arbitrio del contexto económico o de los cambios regulatorios del vecino país, por lo que es imperativo un cambio estructural.

Ciudad del Este y sus áreas metropolitanas concentran una importante proporción de la población paraguaya. Es inadmisible que su economía dependa tanto de los vaivenes de la coyuntura económica del Brasil.

Desde hace muchos años, el Estado paraguayo debió haber contado con una política clara de reconversión de la región, de manera a reducir la volatilidad que genera la economía brasileña –y también la propia de Paraguay– de manera a garantizar una trayectoria segura y de largo plazo hacia el desarrollo territorial.

El Departamento de Alto Paraná mantiene niveles de pobreza, desigualdad y baja calidad del trabajo inadmisibles para los largos años de buen desempeño económico y para los recursos con que cuenta, provenientes de royalties y compensaciones.

En comparación con otros departamentos del país, con mucho menos recursos, es preocupante que el 21,4% de su población sufra pobreza. La tasa de desempleo es altamente volátil, llegando a tener en 2015 al 11% de su población activa sin trabajo, casi el doble que el promedio nacional.

Ciudad del Este necesita diseñar e implementar un plan de desarrollo que considere sus potencialidades económicas. La estrategia debe impulsar un entorno favorable a la inversión para la generación de empleos estables, seguros y bien remunerados, así como servicios de amplia cobertura y calidad.

El sistema educativo también debe garantizar la universalización de la educación por lo menos hasta el nivel medio y con calidad. Una reforma educativa debe centrarse, además, en la pertinencia de sus programas, en coherencia con las oportunidades económicas y el plan de desarrollo diseñado.

Los ministerios con competencia en la producción y la productividad deben implementar programas que generen empleos de mediano y largo plazo, mientras que las instituciones prestadoras de servicios deben ampliar su cobertura y mejorar la calidad.

Las entidades binacionales deben constituirse en uno de los motores de desarrollo de los distritos en los que se encuentran estas ciudades y sus alrededores.

Las medidas parciales y coyunturales como la reducción de impuestos no solo no tienen fundamento empírico y pueden generar competencia desleal, sino que, además, se pierden recursos necesarios para financiar las políticas que permitan cambiar su estructura productiva para hacerla más diversificada, con mayor valor agregado, productividad y autonomía.

Las intervenciones dirigidas al departamento y, especialmente, a CDE no pueden ser reactivas a las que realice el Brasil. Esta tarea debe enmarcarse en un plan estratégico e integral, coordinado entre todas las instituciones públicas, tanto del Gobierno Central como de los gobiernos departamental y distrital, además de la entidad binacional. Así como estamos ahora, cada una de estas instancias puede ir por su lado, con lo cual además de perderse eficiencia en el uso de los recursos, la dispersión de esfuerzos reduce el impacto potencial.

Las soluciones parciales, coyunturales y reactivas anteriores nos dieron estos resultados; sin embargo, continuamos con la misma conducta pública. Es hora de cambiar.

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