Los números revelan que en los tres primeros meses del año los hechos que tienen por finalidad apoderarse de lo ajeno con ánimo de lucro indebido han ido en permanente aumento.
En el Alto Paraná, en menos de dos meses, han ocurrido siete asaltos. Los robos de menor cuantía, en los primeros tres meses del 2007, se ubican ya en más del 30 por ciento en relación a lo que fue en todo el año pasado. En los demás capítulos de las acciones de los delincuentes se nota la misma tendencia al incremento.
El aumento de policías en la vía pública, el Sistema 911, el Proyecto Camino Seguro, la mejora de la comunicación, los controles en rutas y calles, las comisiones vecinales de seguridad, los controles con circuitos cerrados de televisión y la presencia de la Policía Urbana Especializada (PUE) en las calles revelan buenas intenciones, pero no eficacia.
La situación es más grave de lo que la realidad dicta, si se considera que, a pesar de las inversiones y los esfuerzos realizados, no han bajado los índices delictivos a rangos que permitan a la ciudadanía tener la certeza de que su integridad física y sus pertenencias están seguros en cualquier punto de la República.
Ello revela que en la administración de la seguridad existe mayor cantidad, pero se ha reducido –proporcionalmente– la calidad del servicio prestado.
La presencia de la PUE en el microcentro, cubriendo las 24 horas sitios estratégicos de la acción de caballos locos, carteristas y robacoches, inclusive, es positiva.
El hecho de verlos y estar informados de que no forman parte del grueso de los demás uniformados –a los que la percepción colectiva relaciona con los malvivientes– trajo una saludable sensación de mayor seguridad. Su área de influencia, sin embargo, es todavía irrelevante.
El recrudecimiento del secuestro como industria no solo empeora el deterioro de la imagen exterior del Paraguay, sino que incide negativamente en el ánimo de las personas. Si la impunidad sigue beneficiando a los plagiarios, pronto van a tener más imitadores, porque el parámetro de la atracción de lo exitoso es válido para todos los campos.
Por aquello de que una gota reiterada termina por horadar la piedra, es necesario insistir en la necesidad de que el Gobierno dé respuestas satisfactorias a los problemas sociales. Ponerle freno a la pobreza es trabajar para que la miseria no arroje a la marginalidad a nuevos protagonistas.
Como medida urgente, es necesario que el Gobierno vuelva a evaluar la eficacia de sus actos para insistir en las modalidades válidas y dotarlas de más recursos, eliminando aquellas que son un gasto inútil. No debe permitir que el miedo diseminado por los que viven al margen de la ley condene a las personas a vivir en incertidumbre y zozobra.