En esta época del año suele pasar que el Chaco sufra un duro periodo por falta de agua apta para el consumo y otros servicios, y pese a la experiencia que se repite, las autoridades en los diferentes periodos no brindaron respuestas adecuadas.
El acueducto generaba muchas esperanzas. Sin embargo, hasta ahora no ofrece un servicio de forma sostenida y eficiente. Es así que los bombeos de agua que se generan desde Puerto Casado hasta el reservorio de Loma Plata se reiniciaron recién días pasados, tras un mes de suspensión debido al colapso de la tubería y otros inconvenientes. Luego, desde Filadelfia, Neuland y Mariscal Estigarribia deben acudir los vehículos cisterna para acarrear el agua, ante el funcionamiento discontinuo del sistema hasta esas localidades. El acueducto tiene una extensión de 522 km e inicialmente debe beneficiar a unas 80.000 personas. En la realidad su funcionamiento no responde a las expectativas.
El acueducto para el Chaco Central es administrado por la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay SA (Essap). La implementación de la obra estuvo a cargo del MOPC y concluyó con años de atraso. Hay que señalar que el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (Senasa) tiene a su cargo los servicios de agua y saneamiento en comunidades menores de 10.000 habitantes, por lo cual una buena coordinación con las demás instituciones puede mejorar la prestación.
Un aspecto a tener en cuenta para paliar la lacerante realidad es que las autoridades del Gobierno Central y locales deben disponer de emergencia la cantidad necesaria de camiones cisterna para llegar hasta los lugares más distantes y abastecer de agua dada la situación.
El agua potable es vital para la salud, por lo que su adecuado tratamiento es también fundamental para su consumo. La Asamblea General de las Naciones Unidas, en el 2010, reconoció el derecho humano al abastecimiento de agua y al saneamiento y que todas las personas tienen derecho a disponer de agua suficiente, salubre y asequible para uso personal y doméstico.
Según la ONU, el agua no potable y el saneamiento deficiente son las principales causas de mortalidad infantil en el mundo. La diarrea infantil –asociada a la escasez de agua, saneamientos inadecuados, aguas contaminadas con agentes patógenos de enfermedades infecciosas y falta de higiene– causa la muerte de miles de niños al año.
Aquí, la sequía, en el rubro de la producción, afecta especialmente a la pequeña ganadería, como en el Alto Paraguay, por la falta de infraestructura e igualmente a las comunidades que dependen de la agricultura familiar, que repercute directamente en sus economías, en su medio de vida. Los ganaderos que tienen recursos sobrellevan la situación.
Sobre el punto, el Banco Mundial advirtió la ralentización del crecimiento del PIB en este 2022 debido a los efectos de la sequía, que frenan el consumo privado y el crecimiento de exportaciones. Esto lleva a una disminución de los ingresos, especialmente en las zonas rurales, y al estancamiento de la reducción de pobreza extrema.
Teniendo en cuenta estas circunstancias, la carencia de agua potable para los poblados, la falta de lluvia para los pequeños cultivos y el problema de la ganadería, urge que el Gobierno Nacional, a través de las instituciones respectivas en coordinación con los gobiernos locales, establezca un sistema de provisión eficiente del vital líquido para satisfacer las diferentes demandas de las comunidades.