Por Roberto Gómez Palacios
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El monólogo escrito por el periodista y dramaturgo brasileño Nelson Rodríguez es una obra que conduce al espectador a descubrir el trágico final de una niña de 15 años.
La trama teje situaciones complicadas que inducen a Sonia, el personaje, a reconstruir su identidad a través de recuerdos de familia, amores, angustias y, finalmente, a revelar el rostro del hombre que abusó de ella.
La mezcla de delirio y fantasía, de inocencia y agresividad en momentos, hace que el público se enganche con la situación presentada, que se desarrolla con el fondo musical del Vals número 6 de Chopin.
LA PUESTA. La directora Raquel Rojas supo jugar acertadamente con los elementos que dispone el teatro moderno, pero en algunos pasajes de la interpretación de Mabel Medina (Sonia) faltaron algunas marcaciones precisas, como en las transiciones de estados de ánimo, o al recordar a otros personajes cuyas frases pronunciaba ella en tono de imitación.
No es fácil, ni para el actor o actriz más experimentado, llevar a escena un unipersonal. Mabel, a pesar de esos pequeños desajustes, demostró estar preparada para grandes desafíos.
El pianista y el personaje ayudante, muy buenos.
Este tipo de obras invita a relucir la inteligencia del espectador, que no precisaba de un final tan explícito. Las alas del ángel en el vestido que subía con un hilo del escenario hacia el cielo rompió la magia al descubrir que Sonia estaba muerta.