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Estrasburgo-Francia
Una británica perdió ayer una batalla legal para tener niños utilizando los embriones congelados fertilizados por su ex pareja, que ya no quiere que ella tenga a su hijo.
La Gran Cámara, la última sala de apelación del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, mantuvo una sentencia anterior que rechazaba el alegato de Natallie Evans de que sus derechos humanos se habían vulnerado por la decisión de los tribunales británicos de permitir a su ex prometido Howard Johnston que bloqueara el uso de sus embriones.
El tribunal europeo dijo que no hay violación del derecho a la vida y la familia, consagrados en el artículo 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos, o la prohibición de discriminación.
“La Gran Cámara consideró que, dada la falta de consenso europeo, el hecho de que la normativa local fuera clara y puesta en conocimiento de la interesada y tuviera un equilibrio justo en los intereses contrapuestos, no hay violación del artículo 8", indicó el tribunal.
Johnston señaló tras la decisión: “Siento, una vez más, que el sentido común ha prevalecido”.
Y agregó que estaba “aliviado” por la decisión, y que quería poder elegir con quién y cuándo tener un hijo. Es una cuestión de principios, sostuvo.
Evans, de 35 años, empezó a buscar un bebé en el 2000, cuando realizaron con Johnston un tratamiento de fertilidad en un clínica en Bath, en el sur de Inglaterra. Durante un examen se le diagnosticó un estado precanceroso de los ovarios.
Antes de someterse a una operación en la que le extirparon los ovarios, la pareja completó un ciclo de fertilización in vitro y se crearon seis embriones en el 2001, que luego fueron congelados y almacenados.