08 feb. 2025

Una jornada de miedo se vive en Río de Janeiro

La capital carioca vivió ayer un día de mucho temor, con pocas personas circulando, muchos policías en la calle y algunos tiroteos sin víctimas, tras la ofensiva criminal del jueves que dejó 18 muertos.

REUTERS
Río de Janeiro
Los residentes de Río de Janeiro faltaron ayer a sus trabajos y mantuvieron a sus hijos en sus casas, después de que ataques de pandillas y tiroteos con la Policía dejaron 18 muertos el día anterior y tras enfrentamientos esporádicos durante la noche.
Pandillas prendieron fuego el jueves a diez buses y quemaron vivas a siete personas que se encontraban en el interior de los vehículos. Los agresores asaltaron puestos policiales matando a dos funcionarios y dos transeúntes, mientras que las fuerzas de seguridad hicieron perecer a siete supuestos atacantes.
La calma pareció regresar a la ciudad el viernes, aunque durante la noche se produjeron dos tiroteos con narcotraficantes cerca de estaciones de Policía y un bus fue quemado en la ciudad de Niteroi, ubicada a lo largo de la bahía de Río. Nadie resultó herido.
Cientos de personas quedaron varadas en paraderos de autobuses durante la noche, dado que sólo un puñado de vehículos públicos circuló luego de que varios fueron incendiados el jueves.
La Policía estableció puestos de control en zonas potencialmente conflictivas alrededor de barrios pobres y envió cientos de autos de patrulla a las calles, en lo que las autoridades describieron como “Operación Hunter”, informó una portavoz de la Policía.
La Policía ocupó diez barriadas el jueves.
Incluso los residentes locales, acostumbrados a vivir en una ciudad que posee una de las tasas de asesinatos más altas del mundo, estaban impactados con la masacre.
“En el lugar donde vivo todos están muy asustados luego de lo que pasó", dijo Vanderlei Schwin, de 37 años, quien trabaja en un estacionamiento de autos en el exclusivo distrito de Leblon, pero vive en las afueras.
“Hoy he llamado dos veces a mi esposa para asegurarme de que todo esté bien. Les dije a los niños que se quedaran en casa. Que no jueguen en las calles hasta que la calma retorne. ¿Quién sabe cuándo será eso?”, afirmó.
Rosa Magallanes, una jubilada de 67 años residente del barrio de Flamengo, dijo que su empleada doméstica no fue a trabajar. “No la culpo. Las carreteras no son seguras, a todos les asusta tomar un bus”, dijo.
El secretario de Administración Penitenciaria, Asterio Pereira, aseguró hoy que los ataques no se repetirán debido a que las informaciones que obtuvieron los servicios de inteligencia de la Policía antes de la ofensiva criminal indicaban que la misma se limitaría al 28 de diciembre.
Pereira reconoció que los ataques fueron ordenados desde las prisiones por los jefes de las bandas de narcotraficantes que actúan en la ciudad como reacción a la expansión de las “milicias” (grupos paramilitares integrados por policías) que vienen expulsando a los vendedores de drogas de las favelas.

Como en Sâo Paulo
La gran preocupación era que los ataques contra autobuses y puestos policiales promovidos por las bandas de narcotraficantes prosiguiesen por varias madrugadas consecutivas, como ocurrió en Sâo Paulo en mayo pasado, en una ofensiva similar que paralizó la mayor ciudad del país. Según un boletín oficial, además del incendio de un autobús en Pendotiba, un suburbio del Gran Río de Janeiro, en la madrugada se registraron tiroteos sin víctimas en la Linha Vermelha (Roja) y en la Linha Amarela (Amarilla), dos importantes vías expresas. El tránsito en la Linha Vermelha llegó a ser interrumpido por cerca de 20 minutos debido a un intercambio de disparos entre pistoleros y policías, que acudieron masivamente al lugar del conflicto en cerca de 50 vehículos.