24 abr. 2024

Un Presupuesto 2020 racional será el camino hacia el desarrollo

El año 2020 será duro teniendo en cuenta que no se prevé una recuperación importante y que cerraremos este año con un mal desempeño económico y luego de varios años de bajo nivel de crecimiento. A esta situación se agregan una histórica inestabilidad y el mediocre efecto multiplicador del crecimiento sobre el empleo y los ingresos. En este contexto, la política fiscal constituye un instrumento fundamental para suavizar la volatilidad, mejorar las condiciones que requiere el sector privado para producir y garantizar a la ciudadanía el acceso a servicios públicos que redunden en su bienestar. Esperemos que el Parlamento comprenda a cabalidad la responsabilidad que tiene al aprobar este importante documento.

Los servicios públicos y la infraestructura son una condición fundamental para el desarrollo del país. El acceso a un buen sistema de salud como también a una educación de calidad constituyen la base del capital humano y el sustento de una ciudadanía activa, con pensamiento crítico y capacidad para enfrentar los cambios que exige una economía en permanente cambio. La infraestructura es fundamental para aumentar la productividad como para la calidad de vida de la gente. Paraguay necesita incrementar la cantidad de caminos de todo tiempo y extender los kilómetros de rutas, mejorar la calidad de la provisión de energía eléctrica, y aunque hemos avanzado, todavía queda una brecha importante en cobertura de agua potable y saneamiento.

A todo lo anterior se agrega la necesidad de mejores servicios de comunicación, un mayor esfuerzo en la diversificación productiva y en nuevos mercados. Nuestra dependencia de pocos productos y mercados nos hace vulnerables, a lo que se agregan los factores climáticos.

Las limitadas capacidades que enfrenta el país lo ubican sistemáticamente en los últimos lugares en cualquier indicador global. En la mayoría de los casos sin avances sustanciales en los últimos años. El Presupuesto General de la Nación es el principal instrumento que tiene el Estado para cambiar esta situación. La provisión de bienes públicos es una función indelegable del sector público. Cualquier manual de economía básica o teoría asume esta premisa sin importar la doctrina a la que pertenece. La prestación de salud, agua y saneamiento, de educación básica y secundaria, el financiamiento y regulación de la infraestructura vial, comunicaciones, energía eléctrica y transporte público son determinantes fundamentales de la productividad y del bienestar.

La seguridad jurídica es otro de los pilares del desarrollo; sin embargo, es uno de los aspectos más deficientes de nuestro país. En este caso, el principal y casi único componente es el recurso humano. Sin una carrera profesional jamás lograremos mejorar este aspecto.

Para impulsar estas acciones se requieren recursos que deben ser incluidos en el Presupuesto público. Estos recursos deben estar debidamente calculados y fundamentados. Dada la escasez de los mismos, no hay espacio para el error o el prebendarismo.

Durante esta época del año, las reivindicaciones sectoriales de aumentos salariales toman fuerza. El Parlamento, en lugar de actuar con criterios técnicos y en beneficio de la ciudadanía, termina aprobando más recursos para un sector minoritario, generando desigualdades al interior del servicio civil y distorsiones en el presupuesto.

El resultado no puede ser peor que el que tenemos. Servicios públicos sin cobertura universal y de mala calidad, y un servicio civil sin carrera profesional y sin remuneraciones acordes con las capacidades, responsabilidades y resultados. En definitiva, un país en los últimos lugares del desarrollo. El Parlamento tiene la oportunidad de aprobar un presupuesto que revierta la situación estructural y enfrente la coyuntura actual impulsando las acciones que permitan al país dirigirse hacia el desarrollo.

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