17 feb. 2025

Un poco de vergüenza y un poco de patriotismo

El viernes 15 de diciembre una cadena de televisión española transmitió en el horario de mayor audiencia (prime time) un documental sobre Paraguay. En España se escucha poco acerca de nuestro país, sobre todo porque hay otros que acaparan la atención porque son más populosos y con mayor presencia histórica en la vida española.

por Miguel Acosta*

Aunque a mi modo de ver algunos contenidos de dicho documental podrían ser matizados, en esencia me pareció que la realización fue muy buena. Fue un buen pantallazo acerca de nuestra situación nacional e internacional abarcando los principales problemas socioeconómicos y de desarrollo.

Me dio pena y un poco de vergüenza escuchar que según los informes de Transparencia Internacional somos el país más corrupto de Sudamérica. En estos momentos me imagino a algunos compatriotas que al oír esto echan una sarcástica sonrisa diciendo “al menos somos el número uno en algo”... a mí más que una sonrisa me produjo una mueca de dolor.

El año 1989 supuso un cambio histórico para nuestro país. Se dejó atrás una larga dictadura que trajo un relativo desarrollo material junto con flagrantes violaciones de los Derechos Humanos, y situaciones de excepción y privilegio para algunas familias unidas al régimen stronista. Recuerdo que aquel 3 de febrero muchos salimos a las calles y gritábamos de alegría sobre todo porque se había acabado con el poder de un grupo de políticos, militares, empresarios y otros poderosos que durante los últimos años de esa década habían abusado de su autoridad y saqueado el bien público a costa de sus propios intereses. Desde entonces, supuestamente, entraríamos en un sistema democrático de gobierno, como diría Carlos Martini: en una transición hacia la democracia.

En realidad, la incipiente democracia fue la excusa y la máscara que utilizaron varios políticos de todos los partidos para conquistar el poder. Todos los que vivimos la década del noventa hemos podido ver la jauría de poderosos oportunistas, algunos mafiosos y corruptos que lo único que buscaban era la riqueza propia y el bienestar a corto plazo. Si había líderes con ideas nobles de progreso y reforma, acababan desistiendo o sumándose a las tropelías y saqueos bajo el lema “aprovechá ahora que podés”. El que no sacaba su tajada era un tabyrón y como el tema ético siempre fue la materia pendiente en nuestro país, la impunidad aplaudía a los saqueadores.

Si miramos atrás, todos los presidentes de Gobierno nos decepcionaron, las acciones de las Cámaras Legislativas y el Poder Judicial han violado innumerables veces las leyes y los derechos de los ciudadanos con triquiñuelas jurídicas de todo tipo. Aunque también hubo resistencia --mucha gente se jugó la vida como en el caso del marzo paraguayo....--, nuevamente un grupo de inescrupulosos reemplazaba a otro. Ya se ve que el poder marea y ciega si no se tiene claro que su misión es de servicio hacia los demás y no debería circunscribirse sólo a uno mismo, su familia o sus “amigos”.

Todo esto recordé cuando vi el programa sobre Paraguay aquí en España. Varios países latinoamericanos están decepcionados con el sistema democrático; es una de las causas del resurgimiento de gobiernos fuertes con tinte totalitario. La forma democrática no es perfecta, tal vez sea la menos mala de los tipos de gobierno, pero hay que conquistarla y mejorarla. ¿Es posible? Tienen que cambiar muchas cosas, las instituciones tienen que fortalecerse y actuar con mayor profesionalidad en lugar de perseguir el prebendarismo político. Las instituciones públicas no tienen por qué ir vestidas con los colores de ningún partido político. Recuerdo que en una conferencia hace dos años atrás, hicieron una pregunta a Francis Fukuyama acerca de por qué no salían adelante los países latinoamericanos, qué fallaba en el modelo democrático. Fukuyama indicó que uno de los factores era la falta de fortalecimiento de las instituciones; todavía hay grupos de poder que imponen su voluntad en cualquiera de los tres poderes del Estado.

Sin lugar a dudas nos falta madurez política y líderes honestos, mejor formación con ideas claras sobre civismo y democracia (y en algunos, sentido de la justicia) --ahora mismo pienso en lo bien que vienen las reflexiones de Filosofía Política que está publicando Mario Ramos Reyes con la claridad que le caracteriza--; pero especialmente, nos falta recuperar un valor: el patriotismo. Es decir, el amor a nuestro país que se traduce en la sagrada preocupación por el bien común. Está tan deteriorado el “tejido moral de la nación” que tal vez haya que comenzar premiando a los auténticos líderes patriotas y sancionando ejemplarmente a los usurpadores del dinero público que traicionan a nuestro país. ¿Hay alguien que no conozca a alguno de estos?

Nuestro país tiene grandes posibilidades pero, como en todas partes, también existen distintos grupos de interés que buscan la ganancia tramposa y el rápido enriquecimiento propio que devastan la nación. Esto está conduciendo a consecuencias nefastas: aumento de desempleo y pobreza, privilegios impositivos, inestabilidad jurídica que evita la inversión extranjera, batallas parlamentarias entre partidos que sobre todo afectan a la población... y todavía puede empeorar más. ¿No ha sufrido ya demasiada gente?, ¿no hemos tenido ya demasiados males?, ¿cuánta gente más tiene que dejar a su familia e irse a otro país porque en el suyo no encuentra oportunidades?, ¿por qué se sigue permitiendo la bravuconería de los mandamaces de turno que se creen que están por encima de las leyes y son tan iguales como cualquiera de nosotros?

Necesitamos que los puestos públicos sean ocupados por patriotas valientes, no por politiqueros de turno, traidores que sólo buscan su beneficio. Buscamos ciudadanos que sepan exigir el castigo a los mondahá, el cumplimiento de su pena y la devolución de lo que han robado, que es la segunda parte del cumplimiento de la justicia. Recuerdo que un amigo me decía: “ojalá que un día nos pusiéramos todos de acuerdo y pactáramos para levantar el país”. No es tan fácil. Muchos pueden decir, todo eso está muy bien, pero nos conocemos y “quién se anima a tirar la primera piedra”. Olvidemos tirar piedras, tal vez sea hora de comenzar a recogerlas para reconstruir el país, y entonces será más fácil detectar quiénes son los egoístas que para llenarse con el dinero de los demás matan de hambre y angustia a sus compatriotas. Esto se puede hacer en cada puesto privado y público, desde el último “ordenanza” hasta los miembros de la Corte Suprema de Justicia. Por supuesto que éstos últimos tienen una responsabilidad mayor y se espera de ellos mucho más. Con todo, a cada uno le toca cuidar una partecita de ese famoso “tejido social” y la suma de los patriotas puede dar resultados inimaginables. Me parece que un buen punto de inicio es tener un poco de vergüenza y un poco de patriotismo.

Diciembre 17, 2006

* Doctor en Filosofía