Por pa’i Oliva
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Cuando en noviembre el rey de España vino al Paraguay, el Gobierno español, y sin pedirlo nosotros, concedió a los emigrantes paraguayos el que pudieran conducir con nuestro carnet en España. No sé si fue una broma o un buen deseo. Lo cierto es que es un permiso muy difícil de cumplir.
No tenemos fama de ser buenos conductores por la impunidad en las transgresiones y las coimas para librarnos de multas.
Y curiosamente se han endurecido las penas por las transgresiones en España. Supongamos que al tener en vigencia el carnet se nos asignan 13 puntos. A la primera infracción recibe una multa de muchos euros y pierde tres puntos. Con este método, a menos de tener un gran cuidado al conducir, pronto se encontrará sin carnet y con menos euros en el bolsillo.
En octubre, un conductor canario, ebrio y sin permiso perdió el carnet, recibió una multa y está en la cárcel por cuatro meses. Otros cinco están en la espera de recibir de ser notificado de la pérdida. Uno de ellos, gallego, acumuló pérdida de puntos por conducir ebrio, no llevar el
cinturón y saltarse un semáforo en rojo. Otro catalán perdió los 13 puntos y en total la multa fue de 940 euros. Todo por exceso de velocidad en dos ocasiones, conducir ebrio y no llevar el chaleco reflectante al bajar al andén. Por supuesto que a ninguno le sirvió el darse a la fuga.
La Policía siempre los alcanzó.
Ojalá en nuestro Paraguay fuéramos más severos en este aspecto. Solo entonces podríamos aspirar a conducir en España.