12 feb. 2025

Un Mesías misericordioso

Hoy meditamos el evangelio de San Mateo 15, 29-37.

Acudió a él mucha gente, llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros, leemos en el Evangelio de la Misa de hoy; los echaban a sus pies y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos...

La liturgia nos hace considerar este pasaje del evangelio durante el tiempo de Adviento porque la abundancia de bienes y la misericordia sin límites serían señales de la llegada del Mesías.

Meditar en la misericordia del Señor nos ha de dar una gran confianza ahora y en la hora de nuestra muerte, como rezamos en el avemaría. Qué alegría poderle decir al Señor, con San Agustín: “¡Toda mi esperanza estriba solo en tu gran misericordia!”5. Solo en eso, Señor. En tu misericordia se apoya toda mi esperanza. No en mis méritos, sino en tu misericordia.

El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo: “Frente a la multitud que lo sigue y –por así decir– ‘no lo deja en paz’, Jesús no actúa con irritación, no dice ‘esta gente me molesta’. Sino que siente compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad. Estemos atentos, compasión es lo que siente Jesús. No es simplemente sentir piedad, es más, significa misericordia, es decir, identificarse con el sufrimiento del otro, al punto de cargarlo en sí mismo. Así es Jesús, sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros”.

“Y el signo de esta compasión son las numerosas curaciones que hace. Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aún legítimas, no serán nunca tan urgentes como las de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir”.

“Nosotros hablamos a menudo de los pobres, pero cuando hablamos de los pobres ¿sentimos a ese hombre, esa mujer, ese niño que no tienen lo necesario para vivir? No tienen para comer, no tienen para vestirse, no tienen la posibilidad de medicinas, también los niños que no pueden ir al colegio. Es por esto que nuestras exigencias, aún legítimas, no serán nunca tan urgentes como la de los pobres que no tienen lo necesario para vivir”.

(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal, y http://es. catholic.net/op/articulos/ 10572/cat/504/segunda-multiplicacion-de-los-panes.html)