13 feb. 2025

Un hombre marcado por la violencia

Sadam Husein, quien durante 24 años ejerció el máximo poder en Irak y fue ejecutado hoy, nació el 28 de abril de 1937 en Al Awja, una aldea dependiente de Tikrit, ciudad musulmana suní a 150 kilómetros de Bagdad.
Natural del mismo lugar que el legendario sultán árabe Saladino y descendiente de una familia de campesinos, a la muerte de su padre fue educado por su tío, Khairallah Tolfah, quien luego fue gobernador de Bagdad.
Afiliado al partido socialista panarabista Baaz desde 1956, su carrera está jalonada de intrigas palaciegas, intentos de asesinatos de adversarios y golpes de Estado.
Durante su juventud, Sadam participó en un golpe de Estado fallido contra el rey Faisal II y en un atentado también frustrado contra el general Abdul Karin Kassem, pasó varios periodos en prisión, fue condenado a muerte y estuvo exiliado en Siria y Egipto.
Regresó a Irak en 1963 y participó en la revolución que en 1968 alzó al poder al partido Baaz, del que se convirtió en secretario general adjunto.
En 1969 fue nombrado vicepresidente del Consejo del Mando Supremo de la Revolución, el máximo órgano de poder en Irak, desde donde lideró una serie de reformas internas que llevaron a la nacionalización, en 1972, del petróleo iraquí.
El 16 de julio de 1979, el general El-Bakr dejó el poder por motivos de salud y Sadam asumió los cargos de jefe de Estado, presidente del Consejo del Comando Revolucionario, primer ministro, comandante de las Fuerzas Armadas y secretario general del Baaz.
Tras hacer frente a una conspiración que acabó con la ejecución de 34 personas, en 1980 involucró a Irak en una guerra contra Irán por el estratégico territorio de Chat al-Arab, puerta de salida al golfo Pérsico, en un conflicto que duró ocho años -el alto el fuego se firmó el 20 de agosto de 1988- y en el que murieron más de un millón de personas.
La invasión de Kuwait en agosto de 1990 le valió un nuevo enfrentamiento en enero del año siguiente, esta vez con una coalición militar internacional encabezada por EEUU, bajo mandato de las Naciones Unidas.
Vencido por los aliados, Sadam Husein tuvo que aceptar el embargo económico impuesto por la ONU, organismo que además acordó inspeccionar y desmantelar su programa armamentístico. La inclusión de Irak en el llamado “Eje el Mal”, ideado por el presidente estadounidense, George W. Bush, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, precipitó su caída y la intensificación del debate en el seno de la ONU sobre sus intenciones armamentísticas.