23 jun. 2025

Un bebé enfermo reaviva debate sobre la eutanasia

EFE
San Francisco
El caso de Emilio Gonzales, un bebé de año y medio, que desde que nació no puede comer ni respirar sin ayuda, ha desatado una batalla legal entre su madre, que quiere que continúe entubado, y los médicos, que buscan terminar su agonía.
El caso no podría ser más dramático porque, entre otras cosas, uno de los puntos clave en la disputa es un gesto del bebé que ella interpreta como una sonrisa y el personal médico como una mueca de dolor.
La madre, Catarina Gonzales, ha emprendido una cruzada para que no se le desconecte del respirador artificial que le mantiene vivo desde diciembre pasado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital para los Niños de Austin, en Texas (EEUU).
Los médicos diagnosticaron en enero al pequeño Emilio, que nació ciego y sordo, con el mal de Leigh, una enfermedad degenerativa incurable que se ceba en el sistema nervioso.
Los especialistas creen que mantenerlo entubado –el niño está conectado a un catéter, además de a un respirador, y es alimentado por vía intravenosa– no hará sino prolongar una innecesaria agonía.
De su lado tienen una ley del estado de Texas, firmada por el entonces gobernador George W. Bush en 1999, que autoriza la interrupción de un tratamiento para mantener vivo a un paciente con máquinas si los expertos concluyen que no lleva a ninguna parte.
Una vez alcanzada esa decisión, los familiares tienen un plazo de diez días para encontrar otro centro.
El caso, que ha dado ya varias vueltas por los tribunales –la próxima audiencia se celebrará el 8 de mayo–, ha reavivado el debate en torno a la eutanasia con una viveza que no se conocía desde los tiempos de Terri Schiavo, la mujer de Florida en estado vegetativo cuyo tratamiento y muerte se convirtió en una batalla político-religiosa que enfrentó a su marido con sus padres.