24 abr. 2024

Toni en el cielo con máquinas de escribir

Precursor. Antonio (Toni) Carmona retrató la realidad con humor y mucha creatividad desde el periodismo.

Precursor. Antonio (Toni) Carmona retrató la realidad con humor y mucha creatividad desde el periodismo.

AndrésColmán G.

La primera vez que tuve noticias de él, era una caricatura. Un grillo periodista con cara de enojado, antenas paradas y cuerpo remendado, que aporreaba una vieja máquina de escribir. La página tenía un sugestivo lema: “El canto del Grillo no deja dormir solamente a los que tienen motivos para estar despiertos”.

Comenzó a publicarse en el primer número de El Correo Semanal de Última Hora, el 8 de abril de 1978, y desde entonces no dejaba títeres con cabeza. Se burlaba de todo con un divertido estilo satírico. Era la extraña época en la que la censura habitaba las páginas políticas de los diarios, pero las “páginas culturales” rebosaban de un crítico y sardónico humor.

—¿Quién escribe la página de El Grillo? —le pregunté al periodista Mario Senén Vera, de Última Hora, durante una cena en Salto del Guairá, quien acostumbraba viajar a la lejana región de Canindeyú para visitar a su hermano, un admirado docente de nuestro colegio.

En ese momento quien esto escribe no pasaba de ser un fronterizo adolescente terminando la secundaria, que soñaba con viajar a Asunción a estudiar periodismo.

—Se llama Toni Carmona. Es un periodista español que desde que vive en el Paraguay, también es actor de teatro y editor de los suplementos Todo Cine y El Correo Semanal de Última Hora. Un capo el tipo.

SIN MIEDO A ESCRIBIR

Un año después lo conocí personalmente, cuando tuve la fortuna de ser admitido como reportero practicante en Última Hora, en junio de 1979. Juan Antonio Carmona Calero, nacido el 1 de octubre de 1949 en Tetuán, Marruecos, para nosotros sería por siempre simplemente Toni, el querido amigo y maestro.

Era como un duende burlón que rondaba la Redacción con su tupido bigote y su pelo ensortijado, compartía chistes y bromas mientras planificaba ediciones. Cantaba guaranias a capela con su curioso acento de español paraguayo; una de sus preferidas era Nde ratypykua, de José Asunción Flores y Félix Fernández.

Revisó mis textos juveniles, leyó mis primeras notas aparecidas en el diario y me dijo que le gustaba aquel estilo narrativo, que me debía atrever aun más a romper el acartonado modelo de la pirámide narrativa para contar historias.

Me regaló entradas para ver una obra de su grupo teatral Aty Ñe’ê en el local de La Farándula, que funcionaba en el segundo piso de la Estación del Ferrocarril. Allí pude conocerlo en su fase de dramaturgo y actor. Pude ver obras como Mascarada en río revuelto y Velada, que habían escrito juntos con Alcibiades González Delvalle, luego otro admirado amigo y maestro, con una delirante puesta en escena.

Más que un grupo de teatro, Aty Ñe’ê era una revolución cultural que se expandía por el país, con Raquel Rojas, Arturo Fleytas, Jorge Brítez, Wal Mayans, Alejo Pessoa, Yiya Gunsett, Ramón del Río, May Obregón, entre otros, además de Alcibiades y Toni. El grupo recorría las poblaciones campesinas más distantes llevando sus obras y ayudando a generar procesos sociales. Sufrió los embates de la censura dictatorial, con el cierre de La Farándula y los arrestos de varios de sus integrantes.

En marzo de 1980, Toni influyó en un giro crucial de mi vida profesional. Los directivos de ÚH decidieron que El Correo Semanal —hasta entonces era un suplemento de 8 páginas en blanco y negro— se convierta en una revista de 32 páginas para competir con la revista de ABC. Necesitaban un reportaje en colores para la portada y las páginas centrales. Carmona me propuso escribir una crónica sobre los Saltos del Guairá, condenados a desaparecer bajo el embalse de la futura represa de Itaipú. Hasta entonces yo solo había escrito noticias sobre agricultura y ganadería en el diario. Le dije que me sentía inseguro de lograrlo. Su respuesta fue: “No tengas miedo a escribir”.

Lo pude hacer gracias a sus consejos y orientaciones. El artículo se publicó con mi firma y tuvo un gran impacto, marcando el inicio de otra etapa en mi carrera. No puedo olvidar que Toni tenía como opción recurrir a destacados periodistas y escritores, pero prefirió apostar por un mitã’i fronterizo aún prácticamente desconocido. Así era él.

UN LEGADO LUMINOSO

Cada vez que intenté agradecerle por aquella primera oportunidad decisiva, Toni me cambiaba de tema.

Desde entonces me agregó al equipo de El Correo Semanal, un nexo que se mantiene hasta hoy, luego de cuatro décadas. Crecí con su guía y la de otros maestros.

En 1983, tras un conflicto laboral y diferencias con el dibujante Fiorello Botti, Carmona dejó Última Hora. Desde entonces hasta la caída de la dictadura fue jefe de la sección cultural del Diario Hoy, además de editor de la revista dominical. En 1989 regresó a ÚH, otra vez como editor de su criatura más querida: El Correo Semanal, hasta 1992, cuando pasó a asumir la jefatura de Redacción.

En 2003, cuando el Grupo Vierci adquirió el diario, Carmona asumió como primer director periodístico de ÚH. El giro de timón que le imprimió a la agenda informativa fue notorio. Una mañana me llamó a su despacho y me ordenó: “Andate a Brasilia a investigar cómo vive el dictador Stroessner en su exilio”. A la colega Susana Oviedo la envió a España a entrevistar al sacerdote Juan Antonio Rubio, que tuvo que salir del país tras un escándalo con la construcción de viviendas. Quizás esas arriesgadas acciones periodísticas que reñían con los números de la administración le obligaron a dejar Última Hora al cabo de unos años. Fue un adiós doloroso a un medio periodístico al que había dedicado gran parte de su vida.

Además de periodista, dramaturgo, actor y director teatral, Toni era un incansable trabajador de la cultura. Apoyó diversas causas, entre ellas la creación del Foro por la Libertad de Expresión, desde donde defendió la libertad de prensa y el derecho a la información. Fue fundador y presidente de la Fundación Augusto Roa Bastos, para honrar y promover el legado de su gran amigo, el consagrado autor de Yo el Supremo.

Acompañamos desde la distancia su heroica lucha contra el cáncer en los últimos años. Nos vimos en la Libroferia de Encarnación, en donde discutimos sobre política, pero ninguna diferencia podía empañar el afecto de tantos años, la admiración a mi maestro querido.

Ahora que Toni ya descansa, el dibujante Melky me envía desde Canadá un dibujo en donde lo retrata llegando al cielo con una máquina de escribir en las manos, corrigiendo a San Pedro por sus faltas ortográficas. Siempre con máquinas de escribir, igual que aquel caricaturesco primer Grillo de los 70.

Toni Carmona, fallecido esta semana, fue el editor fundador de El Correo Semanal en 1978. Abrió caminos a un periodismo cultural crítico e innovador en épocas duras.

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