13 feb. 2025

Tiempo de reacomodos

Por Estela Ruiz Díaz

El 2006 finaliza hoy con una imagen internacional atroz: la horca de Sadam Husein, apodado el “carnicero de Bagdag”, cuya vida terminó con la violencia con la que ejerció el poder en Irak.
El ajusticiamiento del ex dictador distrajo momentáneamente nuestra atención, centrada últimamente en la sobredosis informativa del huracán político llamado Fernando Lugo.
El 2006 nos deja hoy con una amarga sensación ya que fue el año de la crispación política y del éxodo de miles de compatriotas en busca de trabajo. Pero fue también el año de la revolución política a raíz de la incursión de un outsider como el ex obispo, que vaticina un 2007 atípico electoralmente hablando. Este hecho marcó el clima político con consecuencias dispares tanto en la oposición como en el oficialismo.

NERVIOS REPUBLICANOS. La renuncia de Lugo a la vida religiosa y con ello su incursión en la política desató una histeria inusual en el Partido Colorado, que salió a pegarle duro al ex obispo “de la sotana roja”, según adjetivos de políticos trasnochados que siguen sin entrar al siglo XXI.
Desde Nicanor para abajo, incluido el prudente y “políticamente correcto” Castiglioni, descargaron munición gruesa en su contra, ascendiéndolo aún más en el firmamento político. La epilepsia verbal continúa, aunque con menos virulencia.
La reacción colorada demostró debilidad. El mismo presidente de la República admitió que el 2008 será la más dura batalla electoral para la ANR. Por ello hizo un llamado desesperado por la unidad. Conociendo la táctica colorada, el ataque a Lugo y la advertencia derrotista de Nicanor fueron sobre todo un mensaje intrapartidario: meter miedo para despertar el sentimiento de unidad. Se sabe que ante la posibilidad de la derrota los colorados entierran sus odios y tirios y troyanos se unen para evitar la caída del poder. Una fórmula imbatible hasta hoy.
Pero el discurso oficialista también toca terreno opositor. La posibilidad de una concertación real, hecha con tiempo, complicará las chances coloradas. Por ello el Presidente y sus colaboradores instan a los liberales a no “entregarse” a Lugo. Y martillan con la cizaña de que los partidos desaparecerán bajo la sotana del ex religioso.
Por de pronto, Nicanor está más convencido de la imposibilidad de su reelección, y en contrapartida crece la figura del vicepresidente de la República, quien aún debe ganar la batalla de convertirse en el candidato oficialista para las internas coloradas.


BLANCO Y NEGRO. La oposición cierra un año con más éxitos que fracasos. Superó sus fantasmas para trabajar en bloque con respecto al Gobierno. La crisis política desatada a finales del 2005 con aquel documento amenazador de las FFAA unió voluntades y liberales, oviedistas y fadulistas agendaron una hoja de ruta que cumplieron a rajatabla todo el 2006. Nicanor mordió el polvo y tuvo que ceder la cabeza de su cúpula militar para destrabar los ascensos militares y policiales. Pero al final del año, cuando empieza a pergeñarse el futuro político de cara al 2008, empieza a agrietarse el bloque. Hay diferencias en el seno liberal entre el oficialismo representado en Blas Llano y el yoyismo con respecto a la concertación, creándose un clima de pro y anti-aliancistas.
Patria Querida también empezó a jugar más fuertemente su partido y dejó el discurso luguista. Ahora reclama la candidatura para Pedro Fadul.

EJÉRCITO DE DIOS. En las carpas de Fernando Lugo (tiene movimientos satélites: Tekojoja y Paraguay Posible y una alicaída Resistencia Ciudadana) hay un discurso antipartido muy fuerte. Sus seguidores, gente con trayectoria de lucha y mucho capital humano, tienen experiencia en materia social, pero casi ninguna en la política. Su hermano Pompeyo sataniza a los partidos y su postura puede ser un bumerán para el proyecto de la concertación. Al sostener que la candidatura del ex religioso es innegociable, está cayendo al mismo nivel de intransigencia de los que se oponen a la unión sobre la diversidad para el 2008.
Lugo no tiene la estructura para las elecciones. Son los partidos los que tienen los ejércitos para llenar las mesas de votación y la experiencia de pelear voto a voto con los colorados.
El ex obispo sigue en la nube celestial y no quiere aún tomar el toro por las astas en cuanto a su relación con los partidos de oposición.
A no ser que su objetivo sea cortarse solo.
La pelea por el sillón presidencial se adelantó.
El 2007 ya está estigmatizado por la guerra electoral y la definición de los delfines se adelantó más de lo esperado.