La evaluación realizada a los países que siguieron estas recetas a rajatabla muestra fracasos importantes, sobre todo en términos de calidad y equidad. Las jurisdicciones locales se enfrentaron a problemas de diseño, implementación y financiamiento. En la mayoría de los países en que se descentralizaron servicios universales sin criterios que garantizaran equidad, los gobiernos locales pobres ofrecieron servicios pobres y aquellos con poblaciones con habitantes de mayores niveles de ingresos ofrecían servicios de mejor calidad.
Paraguay no se integró a esas reformas que en muchos casos ya fueron objeto de cambios de manera a devolver a los gobiernos centrales los roles tradicionales. No obstante, las dos últimas leyes orgánicas municipales les otorgaron a los municipios no solo importantes funciones, sino también los mecanismos de financiamiento para financiarlos. A pesar de ello, la mayoría de los municipios y sus respectivas autoridades se han limitado a cumplir mediocremente sus históricas y tradicionales funciones, utilizando el gobierno local como trampolín para acceder a cargos políticos de mayor nivel y jerarquía e incluso como medio de captura de recursos públicos para financiar futuras campañas proselitistas.
Desde el inicio de la transición, muy pocos municipios se caracterizan por haber cumplido cabalmente su objetivo de contribuir a la calidad de vida de sus vecinos. Si bien ha habido gestiones ejemplares, las mismas duraron poco y no tuvieron continuidad con las autoridades que les siguieron. Hoy, la creación de nuevos distritos obedece más a la necesidad de crear cargos para la clientela política que para promover el desarrollo local. A la vez que se alimenta una cultura política prebendaria, se desvían recursos para remuneraciones de la burocracia local en lugar de invertir en bienes y servicios que benefician a la población.
En este triste y extendido contexto municipal, durante la pandemia se han visto contados ejemplos que nos muestran que los municipios pueden tener un rol central en la vida de su comunidad cuando las autoridades se comprometen con la ciudadanía. La gestión de estas autoridades merece las felicitaciones por el ejercicio del poder en beneficio de la gente y esperemos que tengan rédito político. La democracia requiere no solo la vigencia de un acto electoral limpio, sino también que dicho acto contribuya a premiar buenas gestiones y castigar las malas o mediocres.
En contrapartida a las buenas gestiones, la mayoría de las autoridades municipales han estado casi ausentes y solo se escucharon voces en los momentos en que se discutía la distribución de recursos para enfrentar las consecuencias de la pandemia. Esta mala señal profundiza la idea de la urgente necesidad de analizar los problemas existentes e impulsar las medidas de cambio.
La ciudadanía debe conocer mejor las funciones municipales y exigir su cabal cumplimiento. Las autoridades no tienen excusa, ya que reciben transferencias del Gobierno y cuentan con el impuesto inmobiliario, casi sin recaudación a pesar de ser uno de los más justos porque pagan quienes más tienen. La pandemia ha mostrado que, cuando las autoridades se comprometen, las instancias locales son fundamentales para la calidad de vida.