19 abr. 2024

Sin señales de ética y honestidad aumenta riesgo de inestabilidad

La confianza en un factor determinante del desarrollo. En economía reduce los costos de transacción y en política garantiza la paz social. Las persistentes noticias sobre casos de corrupción por parte de referentes del entorno presidencial corroen cualquier posibilidad de confianza en las autoridades, sean electas o funcionarios de carrera. El malestar ciudadano se puede manifestar de muchas maneras, pero en todos los casos tendrá más consecuencias negativas que positivas. El Gobierno no puede seguir dando señales equívocas acerca de su honestidad y ética. Desde el Poder Ejecutivo deben darse señales claras de que la honestidad, el apego a las normas, la transparencia y la ética en conjunto constituyen el faro que guiará los próximos años.

La integridad no puede estar solo en el discurso y no se limita a no robar de manera directa. Los criterios éticos del manejo de la cosa pública y la seguridad de que las personas serán separadas de su cargo ante cualquier sospecha de corrupción deben estar internalizados en cualquier autoridad del Poder Ejecutivo.

La transparencia en la gestión debe ser un principio a regir en todos los ámbitos de la gestión pública, no solo en los salarios o viáticos de los funcionarios. No hay ley que habilite a negociar a escondidas, menos aún si se trata de recursos públicos que impliquen deuda. Y aunque existiese esa posibilidad para casos muy particulares, la opacidad debe estar debidamente fundamentada y nunca incluye a las altas autoridades. No se puede eludir la responsabilidad política cuando los funcionarios de menor jerarquía están involucrados.

El reciente caso de PDVSA expone nuevamente a esta gestión de gobierno al escarnio público al no contar con la documentación necesaria y en manera oportuna que demuestre sin lugar a dudas las buenas intenciones del Gobierno y el objetivo de beneficiar al país.

Al contrario, la pésima gestión de la información dio lugar a respuestas y contrarrespuestas, incluyendo las del otro lado de la negociación que en lugar de aclarar el rol de los representantes paraguayos, dieron un manto de duda aún mayor.

La situación se agrava si los representantes gubernamentales ya tenían antecedentes de manejos irregulares, profundizando el malestar ciudadano y la desconfianza, lo cual puede traducirse en acciones que ponen en riesgo el desempeño económico y la gobernabilidad.

La gestión pública no está regulada solo por normas escritas. La ética importa. Paraguay tiene mucha gente sin pasados turbios que pongan en duda su honorabilidad; sin embargo, se nombran en lugares claves a personas con conductas dudosas, aunque se argumente que judicialmente nunca han sido declarados culpables.

La ética es importante porque da señales positivas a la ciudadanía. Solo basta el ejemplo de los termos. Mientras la ciudadanía sigue sufriendo los efectos de la pandemia, algunas instituciones públicas y un ministro regalaron a funcionarios públicos termos importados de alto costo.

La austeridad es un valor fundamental en un contexto de alto sufrimiento económico de la mayoría de la población; más aún si la ostentación se produce en el marco del servicio civil que no fue afectado por la crisis y que de por sí ya cuenta con beneficios laborales muy por encima del resto de la población ocupada.

En este caso particular la situación se empeora al considerar que desde algunos ministerios se impulsan e invierten recursos públicos para apoyar emprendimientos de las mipymes o de las personas privadas de libertad que no son apoyados ni siquiera por sus pares.

Desde el Poder Ejecutivo deben darse señales claras de que la honestidad, el apego a las normas, la transparencia y la ética en conjunto constituyen el faro que guiará los próximos años. De otra manera estará poniendo en riesgo no solo la economía, sino fundamentalmente la estabilidad política.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.