En medio de la necesidad inventó recursos para que no faltara los medicamentos recetados por profesionales de blanco. Finalmente, la mujer de 42 años falleció impregnando un profundo dolor en la familia.
Don Ricardo Varela vive en Kanga-i, un sector rural de Coronel Oviedo. Es guardia de seguridad y en su tiempo libre se dedica a la agricultura de consumo. La peor experiencia de su vida le tocó vivir durante 27 días en que su esposa tuvo que ser internada a raíz del Covid. Jamás pensó que la realidad fuera totalmente distinta a lo pintado por las autoridades de Salud Pública.
“Tuve que comprar todo, ni aspirina tenía el hospital”, asegura don Ricardo aún preso por el dolor de perder a su esposa, la madre de sus dos hijas. Sin la ayuda por parte de vecinos, amigos y conocidos no hubiera respondido positivamente a cada receta que diariamente rondaba los G. 3 millones.
Cada pedido de medicamento significaba romper barreras para alimentar la esperanza de que el ser querido pueda evolucionar positivamente. Más de G. 60 millones en compra de medicamentos es el balance global de una dura historia con final trágico.
Historias como la de don Ricardo se repiten todos los días y nuevamente la solidaridad de vecinos, amigos y extraños se hacen presente ante la falta de gestión en la pandemia que golpea a cientos de familias que hoy no pueden dormir sabiendo que está difícil conseguir algunos fármacos.