Hay tres factores en Paraguay –de otros varios– que están fuertemente relacionados para perjudicar el presente y el futuro de nuestro país, su economía, y el mejor vivir de la gente, fundamentalmente la de menor ingreso y con empleos frágiles.
La corrupción, que últimamente parece subir por un ascensor, la inseguridad jurídica y ciudadana, con el caso del secuestro del empresario japonés Hirokazu Ota, líder de la Secta Moon, como una espina clavada en la garganta, y el conflicto con España por no reconocer un fallo internacional favorable a una empresa española, que plantea el problema del incumplimiento de los contratos, que deteriora la relación financiera entre nuestro país y España, emitiendo una imagen al exterior nada favorable de nuestras reglas del juego para la atracción de inversiones extranjeras. Conflicto que habrá pesado para la suspensión del viaje de Nicanor a España, independientemente de la importancia del grave maltrato que reciben nuestros compatriotas que viajan a dicho país en busca de trabajo, así como también contribuyó el cada vez más delicado internismo colorado. Y por último, la escasa inversión en obras públicas, las llamadas inversiones físicas en proyectos conjuntos entre el Estado y el capital privado, nacional y extranjero, en proyectos de infraestructura de todo tipo.
Corrupción, inseguridad jurídica y ciudadana, y pobre inversión física. Tres grandes vicios o déficits que evitan que el Paraguay pueda desarrollarse. Un sistema económico sano, moderno y competitivo no puede crecer con fuerza cuando sus bases físicas son débiles, en rutas, puentes, carreteras, comunicaciones.
El Gobierno Central más allá de sus esfuerzos invierte solo el 18% de su presupuesto en inversiones físicas, y mejoró en el 2006, con una ejecución del 64%, pero el aumento en guaraníes fue solamente del 9% cuando el gasto total creció 15%. Y si transformamos los guaraníes en dólares, los 233 millones de dólares del 2006 en inversión física son escasos ante las urgentes e importantes necesidades del país. Con invertir el 18% del presupuesto no cambiamos el país.
Según el informe del Ministerio de Hacienda bajo este concepto de inversión física, se registra la compra de maquinarias, equipos, vehículos, como así también las construcciones encaradas por el Gobierno Central por cuenta propia. Los gastos en concepto de bienes y servicios asociados a la formación bruta de capital fijo, son también registrados en este rubro.
Es muy cierto que hay otras inversiones fuera del Gobierno Central. Pero tampoco alcanzan. Necesitamos 1.000 millones de dólares en obras públicas. Pero la corrupción, la inseguridad jurídica y ciudadana, y la falta de inversión nos atrasan. Necesitamos una política pública de inversiones físicas.
Nuestras reglas del juego no incentivan la inversión en construcciones públicas, que sí o sí, debe hacerse con participación privada, en proyectos conjuntos, por la limitación de recursos estatales, y la rigidez de los mismos que deben concentrarse en los gastos corrientes fijos, como el pago de sueldos y jubilaciones, y la compra de bienes y servicios para el funcionamiento de la maquinaria gubernamental.
Tampoco hemos abierto las empresas públicas de bienes y servicios a la inyección del capital privado nacional y extranjero, que lo deberíamos haber hecho mucho tiempo atrás, para potencializarlas como mínimo. ¿Pero quién querrá venir a invertir en un país con reglas de juego indefinidas y contratos violables? Y el presidente Nicanor se ha encargado de hacer intocables las empresas públicas por razones político-partidarias adornadas con el famoso tema de la “seguridad nacional”.
Soy de la opinión de que en Paraguay habrá una fuerte inversión de capital privado nacional y extranjero cuando se demuestre a nivel nacional e internacional que el Estado se reforma en una de sus bases claves: las empresas públicas. Pero esa es una tarea y un examen que postergamos, y por ello estamos pagando un precio demasiado alto. Duele decirlo pero hay que decirlo.
El Gobierno Central más allá de sus esfuerzos invierte solo el 18% de su presupuesto en inversiones físicas.