POR PA’I OLIVA
oliva@rieder.net.py
Después de haber pasado dos meses en la Unión Europea, donde los partidos se turnan en el Gobierno de acuerdo a los aciertos o desaciertos de sus gestiones, y de comprobar que, a pesar de esas alternancias el gusano de la corrupción intenta entrar en ellos en los pocos años
en que están en el poder, vuelvo con una actitud todavía más fortalecida. “Sin alternancia de partidos, que purifique el ambiente de la vida política, la democracia es mentira”.
La prolongación por decenas de años de un partido en el poder almacena hombres escombros y figuras basuras, crea y hace posible el crecimiento del clientelismo, es caldo de cultivo de toda clase de corrupción hasta convertirla en el modo normal de actuar, impide que los mejores lleguen
a gobernar, hace que no gobiernen de verdad los que ya están arriba porque su principal ocupación es perpetuarse en el poder, frustra al pueblo, que se considera ya como un esclavo incapaz de romper las cadenas, hasta cambia la noción del poder al que se accede comprando el cargo y cuyo único fin es enriquecerse, enriqueciendo o dando migajas a los que les ayudaron.
En el Paraguay llevamos ya sesenta años en esta desgraciada situación. Y va siendo la hora de cambiarla. Y hacer esto, que es necesarísimo, es tan difícil como alcanzar una segunda independencia. El colonizador no vive en el extranjero, sino que está en medio de nosotros. Es un colectivo que tiene todo bien atado. Como lo fue el PRI en México.