Es la primera vez que todos los partidos van a comicios internos para elegir candidatos. Es la primera vez que un afiliado liberal se postula a presidente por el Partido Colorado. En simultáneo, todos los partidos y movimientos buscarán el favor de un pueblo cansado de la vieja política que no acierta a renovarse ni convertir su mala acción en fermento para la reacción popular. Las propuestas tampoco logran demostrar un claro compromiso con la renovación y eso hunde en el descrédito a toda la democracia en su conjunto, que pareciera dar signos claros de agotamiento y de hartazgo.
Como un acto chamánico se buscará motivar a la gente a las urnas, pero los principales actores saben muy bien que cada vez es más costoso movilizar a una sociedad que por primera vez vive una generación completa en democracia. Imperfecta como toda obra humana y construida sin mapas, referencias ni genética. Estamos construyendo un edificio con cascotes y la solidez del mismo será siempre desconfiable para todos. El oficialismo busca sepultar su mala acción de búsqueda de la reelección presidencial por el camino indebido de la enmienda que en cualquier otra sociedad más democrática hubiera supuesto por sí solo un duro cachetazo para sus mentores, propulsores y apoyadores. Aquí se saltó toda autocrítica y quedó el malestar para ser resuelto a futuro como todas las cosas en el país. En un acto de prestidigitación se sacó un conejo de la galera que distrajo toda la cuestión de responsabilidad del presidente en la grave crisis de la enmienda y permitió que sus socios de ocasión buscaran con afano mecanismos de simulación y travestismo que les permitieran sobrevivir electoralmente a como sea.
Estas son las elecciones de la memoria. Probaremos en realidad si la sociedad tiene la capacidad de castigar las malas acciones de sus mandatarios o si solo espera de forma ritual repetir lo mismo para vivir en la marginalidad, inequidad y pobreza, que es el trasfondo de nuestra democracia. Dependerá del ciudadano. Es su hora. Los políticos, a pesar de creerse por encima de él, le temen. No están seguros de si todo lo que han hecho para ganarse el favor de circunstancia se manifestará en las urnas. Queda por demostrar cuánto hemos progresado como sociedad. Hay razones para percibirnos pesimistas y otras para creer que podemos rectificar rumbos. El país necesita mensajes claros y ese debe ser dado por un electorado que diga con claridad de qué está cansado y qué ambiciona de cara hacia el futuro.
Todos hemos hecho la tarea como se debiera. Solo queda esperar el veredicto. La Justicia y la política han expuesto sus peores lacras demostrando que, por ejemplo, un candidato tiene prohibido tener dos afiliaciones simultáneas a dos partidos, pero interpretó que a los efectos “legales” valdrá la última (¡).
Hoy veremos en tiempo real cuánto nos indignan tantas cosas y cómo reaccionamos ante ellas. En simultáneas nos jugamos el pasado que queremos enterrar y el futuro que ambicionamos abrazar.
Todo, para superar el presente que nos atosiga.