“La ejecución de esos tipos delictuales requiere escape, requiere la circulación, y al tener las vías trancadas esos tipos delictuales evidentemente sufrieron un impacto”, dijo a Efe Fermín Mármol, abogado criminalista y consultor de seguridad que asesora a familias de secuestrados.
“Al terminar las protestas ciudadanas las bandas criminales estaban hambrientas”, cuenta Mármol, en alusión a las manifestaciones que entre abril y julio llenaron de barricadas las calles de las principales ciudades del país e hicieron caer los secuestros de unas pocas horas que terminan con el cobro de rescate.
El repunte se sintió con fuerza en la Gran Caracas a finales de noviembre y principios de diciembre, donde en un mes Mármol tiene constancia del secuestro de alrededor de 80 personas.
De estas 80 víctimas, al menos 9 fueron raptadas en solo media hora por una de las tres grandes bandas que operan en la capital, que montó un falso punto de control de tráfico con sus integrantes armados con fusiles y vestidos de policías con uniformes reales.
Los secuestradores detenían los vehículos, hacían bajarse a sus ocupantes y los metían dentro de uno de sus automóviles, en el que comenzaba el procedimiento habitual para el cobro del rescate a un familiar.