Cualquier negociación que realice el Gobierno debe estar totalmente comprometida con el interés nacional. La soberanía en este ámbito es una apuesta por el desarrollo a largo plazo teniendo en cuenta los recursos involucrados por la venta de energía y el rol que tiene una cobertura de energía con calidad para impulsar el crecimiento económico y la calidad de vida.
El país puede contar con más recursos derivados de la venta de energía para financiar la expansión de la infraestructura y de la industria, elevando paralelamente la productividad y competitividad.
Esto permitirá, por un lado, generar empleos en la cantidad y calidad necesarias para absorber el bono demográfico y garantizar una buena trayectoria laboral en el corto y largo plazo. Por otro lado, mejorará la inserción internacional de Paraguay, superando la actual situación en la que exportamos productos de bajo valor agregado y de alta dependencia climática, con el problema adicional de precios internacionales volátiles.
El mayor acceso a energía y a menores tarifas es un determinante fundamental de los costos y del nivel de consumo tanto en el sector empresarial como en los hogares. En ambos casos, la posibilidad de mejorar las condiciones de producción y la calidad de vida depende de que las empresas y las viviendas accedan a energía eléctrica de calidad, sin cortes y con tarifas accesibles.
Esta semana también se desarrolla la Cumbre por el clima –COP26– en la que Paraguay puede ser un país líder en la transición energética necesaria para ralentizar el calentamiento global y proporcionar una contribución ejemplar a ese objetivo.
Una buena negociación debe repercutir en todos estos resultados positivos. Para eso, el equipo debe ser íntegro, transparente y con capacidades técnicas y la propuesta paraguaya debe sustentarse en evidencia empírica rigurosa y estudios serios. El país cuenta con todos estos recursos, por lo que no hay excusas para que no pueda recuperar la soberanía perdida en el Tratado vigente.
Esta semana, las conversaciones con el Brasil constituyen un antecedente claro para la renegociación del Anexo C. La ciudadanía debe ver un claro compromiso con los intereses nacionales en la posición de Paraguay y en los resultados de las conversaciones que se den entre las autoridades de ambos países.
Ello implica no solo contar con objetivos claros, sino también con mecanismos de comunicación eficientes para garantizar la transparencia del proceso de diálogo con las autoridades brasileñas. No son suficientes los discursos. Después del lamentable incidente con el que se inició este Gobierno en cuestiones relacionadas con Itaipú, la ciudadanía está expectante, pero sobre todo decepcionada y con altos niveles de desconfianza.
Si bien la sensación social es que no se puede esperar ya nada de este Gobierno y que solo cabe esperar a que finalice su gestión, todavía tiene tiempo de dejar un legado que cambie la percepción ciudadana y que en el futuro permita mirar hacia atrás y juzgar positivamente su gestión en el ámbito energético.