La exposición “Confluencias”, que se podrá visitar hasta el 15 de agosto en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago, reúne obras realizadas en los últimos dos siglos que ilustran diferentes modos de interpretar plásticamente los sucesos históricos en el continente americano y en España.

Junto al trabajo de Goya, se incluyen obras de otros artistas españoles como Joaquín Sorolla, Antonio Tápies y Antonio Saura. EFE/Archivo | Ampliar imagen
Las obras, que forman parte del patrimonio artístico del Grupo BBVA, proceden de lugares distantes entre sí y representan sociedades muy diferentes pero más que contrastes o diferencias, abordan la cualidad común que caracteriza la creación artística de esos dos siglos a ambos lados del Atlántico: captar la modernidad.
“La muestra trata de subrayar las confluencias entre movimientos y sensibilidades artísticas muy diversas pero que confluyen en determinadas maneras de interpretar la modernidad”, apuntó hoy a Efe el curador de la muestra, Tomás Llorens.
La exposición, que llega a Chile tras pasar por México y Colombia, comienza con el “Retrato de Pantaleón Pérez de Nenin”, un óleo pintado por Goya en 1808, en el que el pintor español retrata a un comerciante de la ciudad española de Bilbao.
A esta pieza se suman diez estampas de su serie Los Caprichos, en la que el artista describe y satiriza los usos y costumbres de la sociedad española con una mirada nueva que combina lo grotesco y lo fantástico y que se exhibe en una sala ovalada de paredes negras.
Junto al trabajo de Goya, se incluyen obras de otros artistas españoles como Joaquín Sorolla, Antonio Tápies y Antonio Saura.
Asimismo, la exposición reúne obras de los mexicanos David Alfaro Siqueiros y Leonora Carrington, de los chilenos Roberto Matta y Arturo Gordon, del peruano Fernando Szyszlo, del ítalo-argentino Libero Badii y del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, entre otros.
Llorens explicó que la exposición está estructurada históricamente y articulada en cuatro grandes capítulos.
El recorrido artístico por los siglos XIX y XX empieza con el movimiento romántico, al que le siguen obras del cambio de siglo, en las que se aprecia la influencia del naturalismo y el simbolismo de la “Belle Époque”.
Las últimas secciones están dedicadas al siglo XX, con obras que plasman el movimiento moderno del periodo entreguerras y el informalismo y Pop Art de la segunda mitad.
“Espero que los chilenos reconozcan las afinidades entre su propia pintura nacional y las tendencias que se producen en todo el ámbito de habla española”, concluyó Llorens.